I
El ser humano siempre ha sentido atracción por los temas místicos y esotéricos.
La historia ha dejado huella de esto, desde tiempos inmemoriales.
José Luis Soberanes Fernández y Carlos Francisco Martínez Moreno coordinaron un libro publicado por la UNAM: Masonería y sociedades secretas; donde se habla de la existencia de: las Logias Lautaro, Los Caballeros Racionales, Los Guadalupes, La Imperial Orden de Guadalupe, Las Logias Masónicas; y a nivel mundial muchos, seguramente, han oído de: Los Esenios, Los Cátaros, Los Rosacruces, Los Templarios y Los Iluminati; mientras que Monsiváis y Álvaro Delgado documentaron la contraparte de éstos: El Muro, Los Tecos, Los Fúas y El Yunque. Éstos son la versión oculta de Liberales contra Conservadores.
Lo místico y esotérico, al ser tocado por el hombre: se politiza y en algunos casos, pierde su razón de ser.
Lo que toca el hombre, casi siempre, lo pudre el mismo hombre; por muy bueno que sea.
II
Esta búsqueda por lo místico y esotérico viene acompañada –pienso– de una necesidad de pertenencia e identidad.
La misma que le hace a una persona irle a un equipo o adoptar la creencia religiosa que represente sus búsquedas espirituales o místicas.
Dentro de estas exploraciones, existen unas muy curiosas: el querer saber qué nos depara el futuro, el por qué estamos pasando por ciertas cosas en el presente y qué fuimos o arrastramos del pasado.
¿A dónde vamos?, casi siempre, es la pregunta que buscamos responder.
Nos pesa el pasado, no comprendemos el presente y queremos volar hacía el futuro.
Y allí entran lo que algunos insisten en llamar: “artes adivinatorias” y otros más: “brujería” o “santería”: lectura del café, lectura de la mano, lectura de las runas, lectura del tarot; entre otras más.
Me viene a la memoria los fragmentos de dos obras: Blanca Nieves y Alicia en el País de las Maravillas: en la primera, la reina, quiere saber quién es la más bella; mientras que, en la segunda, Alicia le pregunta al Gato de Cheshire: ¿Qué camino debo tomar?
III
Las nuevas corrientes psicológicas, probablemente gracias a los estudios junguianos, han propuesto que los oráculos, el tarot, las runas y el péndulo son herramientas para ahondar en el autoconocimiento pues –en muchas ocasiones– parte de los símbolos y su relación con los arquetipos.
Todas las religiones tienen símbolos y cada uno tiene diferentes interpretaciones.
IV
¿Y usted, hipócrita lector, ha buscado refugio en alguna sociedad secreta o guía en las “artes adivinatorias”?