I
El amor, la muerte y la existencia de Dios, probablemente, son los temas que más han atrapado a los humanos.
Camus –filósofo y escritor existencialista- pensaba distinto: “El único problema filosófico verdaderamente serio es el suicidio. Juzgar si la vida es o no digna de vivir es la respuesta fundamental a la suma de preguntas filosóficas”.
II
El suicidio es un tema muy complejo.
Para algunos es una salida fácil, para otros requiere mucho valor emprender una acción contra sí mismo.
Pienso que el suicida es una persona que ya no tiene ataduras con el mundo y no existe persona, idea, objeto o sueño que le genere lazos tan fuertes como para mantenerse con vida.
El suicida, probablemente, es alguien que entiende que da lo mismo existir o dejar de hacerlo.
III
- Mauricio Sánchez —en un texto para Mente y ciencia1— nos recuerda que: “se calcula que cada año se suicidan cerca de 800 mil personas en todo el mundo; siendo la segunda causa de muerte de jóvenes de entre 15 a 29 años (Organización Mundial de la Salud, 2020)”.
Algo que se lee últimamente —en las redes sociales y medios de comunicación— es que diciembre, precisando en navidad, aumenta el número de suicidios.
El mismo Mauricio Sánchez nos dice:
“En México, se realizó un estudio donde se analizaron las diferentes tendencias que seguían los casos de suicidio durante 14 años, en virtud de cada mes. De acuerdo a sus datos, se repitió un ciclo en la frecuencia, donde el mes con mayores casos fue mayo para los hombres. Esta tendencia se mantuvo constante el resto del año, salvo por fechas especiales (Fernández, et.al 2016)”.
Y sobre el tema navideño comenta:
“Durante el ya citado estudio realizado en México, el cual encontró un alza en el número de casos de suicidio en mayo; se detectaron fechas festivas específicas donde la frecuencia se dispara a niveles muy altos: Año Nuevo, Día de la Madre (10 de mayo), Día de la Independencia Mexicana (16 de septiembre) y Navidad (Fernández, et.al 2016)”.
Pero ¿por qué suicidarse en navidad?
IV
La navidad, además de tener una carga simbólica en el ámbito religioso—se le ha ido dando un peso específico en aspectos consumistas y económicos.
Navidad se ha convertido en dar y recibir regalos, estrenar cosas nuevas, demostrar que viajas.
Dime a dónde fuiste y cuánto gastaste, y te diré cuán importante y valioso eres.
La navidad se ha vuelto un auténtico baile de máscaras: el resto del año puedes estar matando a tus compañeros de trabajo, pero se dan abrazo de navidad y desean lo mejor.
Otras personas, públicamente, te desean feliz navidad, pero no te buscan cuándo estás enfermo, se les olvida tu nombre y no conocen 10 por ciento de tu esencia.
Pienso que en muchas personas estas fechas puede reabrir heridas que nunca terminaron de sanar.
V
De pequeño estas fechas me emocionaban mucho.
Creces y pierdes la esperanza de esperar que suceda algo “mágico”.
Luego, la realidad pasa por encima de uno cual tren bala y no te deja respirar.
Todo se convierte en una carrera de larga distancia, pero a la velocidad de 100 metros donde tienes que cumplir las expectativas que el mundo tiene de ti, sin pensar en las propias.
Y sí, cada año, estas fechas me generan un mar de emociones: el frío y la hipocresía que se reparte cual ponche en estas fechas, son caldo de cultivo para generarme algunos episodios depresivos.
Son fechas en las que uno se cuestiona todo y si no se controla, se convierte en un monstruo que comienza a devorarte por dentro.
Por ejemplo, en fechas como estas, comienza a pesarte lo que durante un año te vale madre (por qué no te causa tanto tema la existencia o no de ello): tener una pareja, tener alguna hija o algún hijo y tener todo aquello que sale en las películas gringas que se reproducen tanto en la tv abierta como en la de paga: felicidad, viajes y regalos.
VI
Afortunadamente aún ambiciono muchas cosas y tengo unos cuantos sueños por cumplir.
Pero qué pesadas son, a veces, casi siempre, estas fechas, pues uno quisiera tener a quien dedicarle estas líneas de José Madero: “Quince mil días, si es que llega mi fin/recuérdame como un hombre gentil/ que digan en misa los demás/ ‘tu palabra es la oficial’. / Experto en nada, sólo un simple aprendiz;/ por favor, no me recuerdes como un tipo vil/ esa opinión ya es popular/ te juro que están mal.
Oh, como alguien encantador/gran ser humano, leal como soldado. / Y, pues, no lo contrario/ un hombre falso, un ser despiadado, solitario, uh uh”.
VII
Es urgente que los políticos, las instituciones gubernamentales se tomen en serio el tema de la salud mental y comiencen a generar políticas sociales, económicas, culturales y de salud que permitan vivir de otra manera y darle menos peso esa cultura del valor según tu nivel adquisitivo. Y donde sea más accesible vivir dignamente en el mundo.
Y sí, quizá esa sea mi carta a Santa Claus.
VIII
De corazón, deseo tenga una verdadera buena noche buena y una bella navidad.
Que bajo su árbol encuentre motivos y razones para sonreír y seguir compartiendo la vida, pero sobre todo empatía, amor por el otro y fuerza para siempre darse su lugar y no permitir que otras personas los pisoteen.
Ninguna persona es menos importante que un gobernante y ningún gobernante es más importante que cualquier ser humano.
Todos somos importantes, pues todos necesitamos —tarde o temprano— del otro.