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domingo, diciembre 7, 2025

¿Quién carajos le cree al Toñín?

¿Quién carajos le cree al Toñín?

🥾 HE ESTADO VIENDO los videos que el Toñín ha hecho en Facebook. Son patéticos. Todo el tiempo se está encomendado a Dios, pero él le llama “mi Dios”. Suyo. De su propiedad. En un tono de complicidad inapelable. Suele hablar en el campo o en su casa, o una bodega de hortalizas. (Para que nadie dude que las siembra y que es un “afamado agricultor”, como le llaman algunos periodistas). Usa, además, ese tonito lastimero de quien se siente “víctima” de una embestida.

👞 SE QUEJA DE TODO: del mal de ojo, de las carpetas que le vienen armando desde hace años, de una guerra mediática, de una guerra de bots, etcétera. De no ser porque sabemos quién es, se lo creeríamos. Últimamente, después de que injurió y amenazó vulgarmente al secretario de Gobernación, ha cambiado su tono. Sabe que cruzó el Atoyac —que para él es su Rubicón— al tiempo de decir “la suerte está echada”, y eso lo tiene preocupado.

👟 VARIAS VECES LO HAN QUERIDO DETENER, pero como buen Chucho el Roto, en su versión Grok, tiene túneles por donde huye con gran prestancia. Y si no, cuenta con los pobladores de Palmarito Tochapan para que le den hospedaje en sus casas en lo que pasa la tormenta. Luego, al poco tiempo, regresa a su residencia, a sus relojes de alta gama, y a su carísimo Lamborghini.

🔫 CON ESE TONITO DE LOS CÍNICOS, el Toñín se presenta como un hombre surgido de la cultura del esfuerzo: hombre modesto, trabajador, dueño de un humilde capital. Así se presentó en la entrevista que le hizo un supuesto influencer. Él, por supuesto, le creyó todo. Y así lo dijo ante la cámara. De hecho, poco faltó para que se le fuera a los besos.

🥬 ¿QUIÉN LE CREE AL TOÑÍN? Salvo sus lambiscones y los habitantes de Palmarito Tochapan (que reciben jubilosos los regalos que suele darles), nadie más. En las cúpulas policiacas lo tienen fichado desde hace años. Saben de sus negocios oscuros, mismos que le han dado, además del Lamborghini y su casona, un negocio de hortalizas que ya quisiera Walmart. Pero detrás de cada lechuguita romana hay un historial delictivo brutal. Y eso lo saben todos.

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