👮👮 UNA PATRULLA SE LE ATRAVIESA a un conductor en la autopista México–Puebla. Uno de los elementos baja de la unidad, saca un arma y se acerca al ciudadano… El compinche, también baja de la patrulla, y, celular en mano, toma fotos de la placa de circulación. Hasta aquí todo es normal.
🦶🦶 LO ANORMAL es que la patrulla no es de ninguna autoridad federal —por ejemplo, la Guardia Nacional—, sino del municipio de Coronango. ¿Desde cuándo un uniformado de la policía municipal puede multar a un conductor que transita sobre una vía federal? Misterio.
🔫 OTRAS DUDAS SURGEN: ¿En qué cabeza cabe sacar un revólver para detener a un ciudadano que va al frente de un vehículo? Misterio. El conductor es consciente del abuso de autoridad y le dice al uniformado 1 que no lo puede detener debido que va en la autopista. ¿Qué hacen los gandules? Se enojan, y uno de ellos —el uniformado 2— patea el vehículo en movimiento. El conductor da un giro, evade a los policías municipales y se va. No huye. Se va.
✍️ EL PRESIDENTE MUNICIPAL DE CORONANGO saca un comunicado en el que admite que hubo abuso de autoridad e informa que ambos elementos han sido cesados en lo que se realizan las investigaciones. Hasta ahí todo bien. El problema es que no da a conocer los nombres de los uniformados abusivos.
🚓 SUPONGAMOS QUE EN REALIDAD los policías hayan sido suspendidos. (Misterio). Lo cierto es que uno de los agresores es hermano del director de Vialidad de Atlixco, donde, ya se sabe, es Tierra de Nadie. En consecuencia: el uniformado extorsionador también está dado de alta en esa Dirección de Vialidad. ¿Cómo lo sabe Don Ciccio? Porque tiene gargantas profundas ahí mismo. Las palomitas se apellidan Tapia.
👮🚔 ES DE LOS MÁS COMÚN que, para sacar el día, los policías municipales anden molestando a los conductores de autos particulares o de camiones de carga, por ejemplo. El protocolo es reiterado y reiterativo: detienen al chofer, le piden documentos, alzan la ceja izquierda, hacen como que levantan la infracción, alzan la ceja derecha, hacen como que lo infraccionan… y cuando la operación está por cerrarse, el conductor saca un billete de quinientos pesos y la trama se disuelve como una babosa en un puño de sal. ¡Viva México, cabrones!

