“La felicidad es un perfume que no puedes rociar sobre los demás sin que te salpique a ti mismo”. (Ralph Waldo Emerson)
La sensación de felicidad todos la hemos tenido en algún momento. Hay quienes la perciben diariamente o creen sentirla. Se puede experimentar al compartir alegría, amabilidad y buenas maneras con los demás, lo cual repercute en nosotros mismos.
El concepto de felicidad ha sido explorado y definido de diversas maneras por filósofos y escritores a lo largo de la historia. Aquí presento algunas perspectivas:
Para Aristóteles: “La felicidad se alcanza a través de la virtud y el desarrollo del carácter”. Consideraba que llevar una vida de razón y acción justa conducía a la verdadera felicidad.
En tanto que para Epicuro: “La felicidad se logra mediante la búsqueda de placeres sencillos y evitando el dolor”. Para él, la sabiduría y la amistad eran esenciales para una vida plena.
Friedrich Nietzsche, por su parte, desafiaba las nociones tradicionales de felicidad, pensaba que: “El sufrimiento y la lucha son componentes necesarios para el crecimiento personal y la autenticidad”. La verdadera felicidad, según él, radica en la afirmación de la vida.
Jean-Paul Sartre, por otro lado, desde su perspectiva existencialista, sostenía que: “La felicidad es el resultado de la libertad y la responsabilidad. Cada individuo crea su propia esencia y, por lo tanto, su propia felicidad a través de sus elecciones”.
Cada uno de estos pensadores aporta una visión diferente sobre la felicidad, la cual puede ser entendida y experimentada desde distintas perspectivas, según nuestras experiencias, elecciones y valores.
Para Marx la felicidad reside en: “La autorrealización y la emancipación, lo que se logra a través de un trabajo que permita la creatividad y la expresión de uno mismo, no la de la explotación”.
Freud pensaba que la felicidad es: “La satisfacción repentina de las necesidades reprimidas (principio del placer), pero esta es siempre temporal y se experimenta en contraste con el malestar y la frustración constantes que impone la existencia”. Pensaba que nuestra propia constitución y las exigencias de la sociedad limitan severamente nuestra capacidad de felicidad duradera, por lo que es más fácil experimentar la desdicha.
Sócrates creía que: “La felicidad se alcanza a través de la autorreflexión y el autoexamen constante, lo que permite cultivar la virtud y tomar decisiones basadas en el conocimiento del bien”. Afirmaba que: “La ignorancia es la causa del mal, mientras que la virtud (saber lo que es bueno) garantiza la felicidad”.
El Quijote concibe la felicidad como: “El logro de objetivos, la culminación de una meta o etapa, y no como sensaciones momentáneas. Para él, la felicidad se encuentra en la vida sencilla y virtuosa, alejada del lujo y la vanidad, y se valora a través de la gratitud, el amor y la libertad”.
Steve Jobs escribió que la felicidad se encontraba en “El trabajo apasionante y en vivir de acuerdo con los propios deseos, no con los de los demás”. Él, estaba convencido y lo corroboró durante gran parte de su vida, que: “El trabajo debe ocupar gran parte de la vida, y solo se puede estar satisfecho si se hace algo que se ama”. Para ello, recomendaba hacerse tres preguntas clave: ¿si uno está viviendo la vida que quiere?, ¿si haría lo que está haciendo si fuera el último día de su vida?, y ¿si realmente le gusta lo que hace?
Hablando de trabajo y de felicidad podemos decir que: un trabajo que proporciona satisfacción y sentido puede ser una fuente importante de felicidad. Los trabajadores, o cualquier persona en general, se sienten más felices cuando su trabajo sintoniza con sus competencias e intereses, lo que les permite sentir un estado de trascendencia, que están dejando huella de su paso por esta vida.
El trabajo también es vehículo en el que se desarrollan relaciones interpersonales, lo cual puede contribuir a la felicidad general, ya que las conexiones humanas, en nuestro carácter de animales políticos, impactan en el bienestar emocional.
En el entorno laboral, la sensación de progreso puede apalancar nuestra situación de entes autorrealizables. Esto es, vivir día a día Experiencias Cumbre durante el viaje personal de cada individuo.
“Buscar la belleza en lo cotidiano puede llevarnos a vivir Experiencias Cumbre”.

