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miércoles, abril 24, 2024

Estridentismo, una proclama estética

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FERNANDO MORALES CRUZADO*

 

Enero 1o de 1923, aparece el Manifiesto Estridentista firmado por Germán List Arzubide, Manuel Maples Arce, Salvador Gallardo, M. N. Lira, Mendoza, Salazar y Molina. El Manifiesto continuaba el Comprimido Estridentista publicado en Actual no.1, Hoja de Vanguardia publicado por Manuel Maples Arce un año antes.

Ambos manifiestos proclamaban un arte nuevo, inscrito en el contexto de las innovaciones de las Vanguardias artísticas que venían sucediéndose internacionalmente.

Los manifiestos constituyeron expresión de posturas o posicionamientos en los cuales los grupos artísticos de principios del siglo XX señalaban sus principios o programa. La eclosión de los movimientos artísticos en las primeras décadas caracterizó el fenómeno de la vanguardia –avant garde– artística.

El Estridentismo se postuló como un movimiento inscrito en dicho fenómeno vanguardista. Podemos identificar su genealogía a partir de las correspondencias con los movimientos artísticos que le preceden. El primer manifiesto o proclama en el cual abrevaba el Estridentismo es el Futurismo de Marinetti de 1909, con el cual compartía afinidades: el culto a la máquina, la industrialización de las ciudades, el automóvil (“80 caballos” dirá Maples Arce donde Marinetti expresa “un automóvil rugiente…es más bello que la Victoria de Samotracia”) los puentes, los grandes trasatlánticos, el humo de las fábricas y de los tubos de escape; en síntesis, los productos de la modernidad.

Maples Arce enfatiza la diferencia con respecto al futurismo, Estridentismo es “actualismo”. Otro rasgo de la vanguardia Estridentista es la ironía como actitud que la emparenta con Dadá: liberación de los prejuicios aludiendo a Zaratustra, postura anti-institucional frente a la tradición, la academia y el oficialismo – El auténtico dadá es anti-dadá-.

El Estridentismo denuncia al nacionalismo y aboga por el Cosmopolitismo: “ya no es posible tenerse en capítulos convencionales de arte nacional”. Defenestra las figuras petrificadas del panteón oficial: el cura Hidalgo, Juárez, Zaragoza – convertidos en avenidas, calles, glorietas-. Apela a la cultura popular: “Viva el mole de guajolote”.

La estridencia de los manifiestos no se resume, únicamente, en un discurso paródico de la modernidad; el estridentismo propone también, y en ello quizá radica su mayor audacia, una discusión de carácter estético: “nosotros buscamos la verdad en la realidad pensada y no en la realidad aparente”, premisa que postula un arte cuyo carácter semántico es desplazado por el plano sintáctico. Un arte que reconoce que al cambiar los referentes reales – el paisaje bucólico modificado por el auto que pasa-, debe cambiar o bien sus representaciones, o bien pronunciarse por “una sintaxis nueva”. En este sentido Maples Arce nombra a Braque aludiendo al Cubismo como un referente de esa nueva sintaxis. Los manifiestos del estridentismo son collages tal como los emplea la técnica cubista superposición de imágenes, un “arte de volúmenes” señaló List Arzubide en su manifiesto.

Las correspondencias del estridentismo y el cubismo pueden vislumbrarse también en las temáticas que ocupaba Leger en su pintura: la valoración de los avances tecnológicos, las herramientas de la vida moderna, la máquina como expresión de la modernidad, la sustitución del culto al pasado por la experiencia vivencial en la fábrica, la industria, el trabajo.

La modernidad ha modificado el entorno humano y ante ello el escritor, el artista, tienen que ser sensibles ante la nueva realidad para expresar un arte que postule un programa estético acorde con estas circunstancias. Tal sería la síntesis del programa estético que formula la vanguardia artística del Estridentismo.

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