Diferenciar al filósofo del estafador no es fácil. Los dos tienen propósitos emponzoñados. A veces lucen igual. Y sobre todo, hablan parecido. Por ejemplo, los coaches motivacionales se valen de orientalismos para esquilmar el ya depauperado capital conceptual de sus clientes. Algunos autores como Hegel o Heidegger, Sartre o Derridá- tienen pasajes tan enmarañados que hacen pensar que nos están tomando el pelo. Desde principios del siglo XX en la tradición anglosajona se sopesa si el culto a estos pensadores no es un ejemplo más de la muy humana costumbre de enaltecer lo que no se comprende.
En este contexto Thomas Nagel escribió What is like to Be a Bat? Nagel es miembro de la Academia Americana y Británica de las Ciencias, y un filósofo de la Universidad de Nueva York. Nagel se preguntó si, de tenerse todo el conocimiento del mundo físico, sería posible saber cómo es ser un murciélago. El experimento mental le hace un morisquete y guiño al humor, pero es epónimo del problema clásico de cómo explicar la consciencia.
¿Cómo es ser un murciélago? Nagel se opone al fisicalismo. El fisicalismo viene en diferentes sabores. Uno de ellos identifica a la inteligencia con cálculos computacionales que incluso podrían implementarse en materia no orgánica. El otro la reduce a estados cerebrales. Ambas versiones comparten que la consciencia es algo que puede investigarse objetivamente.
¿Cómo es ser un murciélago? De acuerdo con Nagel, aunque supiéramos todo sobre su sistema sensorial y nervioso, aunque por medio de sonares intuimos cómo es percibir por medio de ecolocalización, aún así no podríamos saber cómo es ser un murciélago. Nagel argumenta que conocer la experiencia del murciélago no es conocer los datos objetivos de su sistema nervioso, sino saber qué es, para un murciélago, ser un murciélago. Y dado que la experiencia subjetiva sólo le pertenece a la persona o criatura que la tiene, y no puede compartirse ni la puede tener nadie más, Nagel concluye que nunca podremos saber cómo es ser esa o cualquier otra criatura. Un médico puede entender nuestro dolor, pero nunca lo sentirá. El dolor y cualquier otro estado mental es algo que sólo nos pertenece a nosotros.
La tesis de Nagel parece trivial. La mayoría asumimos que la consciencia es privada. Pero pensemos cómo sería crear robots conscientes. Las ciencias computacionales – como cualquier otra ciencia – tiene por objetivo caracterizar procesos causales sin apelar a puntos de vista subjetivos. Pero si la consciencia fuera tener un punto de vista particular, ¿cómo podría caracterizarse objetivamente algo que necesariamente es subjetivo? La pregunta apenas se entiende. Y ese es el punto de Nagel. Aunque la neurología, los modelos computacionales, la psicología del desarrollo, la lingüística y otras ciencias pudieran explicarnos algún día lo que sucede en un sistema consciente, aunque consiguieran predecir el comportamiento específico de cada uno de nosotros y replicarlo en un humanoide; en esas circunstancias la ciencia no estaría explicando cómo se siente ser lo que uno o cualquier criatura es.
What is like to be a Bat se publicó en 1974 en Philosophical Review. Es un artículo muy influyente en la filosofía anglosajona, a pesar de que en esa tradición el fisicalismo sea la posición por defecto en la filosofía de la mente.