A un año del trágico fallecimiento de la señora Guadalupe —conocida por familiares y amigos como Lupita— en el Hospital General Subzona No. 10 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ubicado en Nuevo Necaxa, Puebla, la herida sigue abierta. La carpeta de investigación continúa sin resolverse, pero detrás de la burocracia judicial yace una historia dolorosa, marcada por la negligencia médica, la irresponsabilidad profesional y la falta de protocolos.
El diagnóstico inicial, una alerta ignorada. Días previos a su fallecimiento, Lupita, una mujer de la tercera edad, acudió al hospital por un fuerte dolor abdominal. Tras un ultrasonido, fue diagnosticada con colelitiasis (cálculos biliares) sin colecistitis, es decir, sin inflamación de la vesícula biliar. Aunque en ese momento no se consideró una urgencia, el seguimiento clínico debió haber sido riguroso dada la edad de la paciente y la naturaleza de los síntomas.
Domingo 14 de julio, el día que todo falló. Lupita regresó al hospital con un dolor abdominal más intenso. Acudió al área de urgencias acompañada de su hijo. Fue atendida por la doctora Diana Laura Cuauhtémoc Xicoténcatl, quien se encontraba cubriendo el turno… pero no oficialmente.
Aquí comienza una cadena de decisiones equivocadas que terminarían en tragedia.
Según información recabada por medios locales y familiares de la víctima, ese día la doctora titular del turno, identificada como la Dra. X., habría solicitado a su amiga Diana Laura que la reemplazara de manera.
Primera escena, la Dra. X, le llama a su amiga Diana Laura:
-Oye, Dianita, hazme paro, ¿no?, quiero ir con Gabriel, (su novio), el día está de hueva, cubre mi guardia y te pago.
“Dianita” al otro lado de la bocina, -oye, pero ¿cómo le hacemos con el cambio de guardia? –
Se sabe que para que un Dr. Pueda cubrir a otro hay una serie de movimientos burocráticos, y de rutina donde el médico a cargo debe realizar la entrega de sus expedientes, hacer el cambio de rol administrativo y demás, ¿por qué? Evidentemente se está tratando con vidas, y aunque parezca ridículo explicarlo, alguien debió recordarlo a este par.
-No te preocupes, yo lo arregló con X, de administración, y el lunes que llegue nada más firmamos, el domingo “siempre es flojo”. Pero ¿me haces el paro?, y ahorita te depósito.
-Bueno, pero tú haces el papeleo.
-Sale.
Segunda escena.
Lupita llega en auto, acompañada de su hijo, pidiendo atención médica, debido a un intenso dolor en la zona abdominal.
Fue dirigida al consultorio donde se encontraba Diana Laura, le preguntó brevemente sus síntomas.
Ésta escribe, escribe, manda una prescripción sobre la receta, y la envía de regreso a casa.
Se sabe que no tuvo el cuidado de auscultarla, ¿dónde han quedado los básicos de hacer clínica?
La envía a casa, con una prescripción, que ni siquiera se puede surtir, pues la farmacia abre al día siguiente.
Horas después, la paciente regresó al hospital con síntomas agravados: dolor abdominal persistente y vómitos. Diana Laura volvió a atenderla y, sin realizar una valoración completa, añadió a la prescripción inicial una solución de electrolitos orales para contrarrestar la deshidratación. Nuevamente, Lupita fue enviada a casa.
“Nula gravedad”
Más tarde, Lupita fue llevada una vez más al hospital. Esta vez fue atendida por el doctor Miguel Ángel Díaz, quien al realizar una evaluación clínica determinó que la paciente requería atención quirúrgica urgente.
Demasiado tarde para Lupita, pues fallece en el HGS10 (Hospital General Subzona 10 de Nuevo Necaxa.
Falleció a causa de un infarto mesentérico —una obstrucción del flujo sanguíneo a los intestinos—, una condición grave; a manos de la ineptitud, y poco profesionalismo, y una cadena de pésimas decisiones.
Después del silencio, la indignación. El fallecimiento de Lupita provocó la indignación de la comunidad. Decenas de personas se manifestaron afuera del hospital exigiendo justicia y responsabilizando directamente a la doctora Diana Laura por su evidente negligencia médica, sin embargo, ya se había dado a la fuga.
Error, terrible error.