Algunos científicos después de aparecer la letal enfermedad de la Covid-19 advirtieron que habría llegado para quedarse.
Cuando apareció en México muchísima gente se volvió incrédula; varios tildaron de esquizofrénicos a quienes les advertían que debieran tener cuidado. Algunos se atrevían a decir que era un invento como lo fue en la época priista con el Chupacabras.
Tuvimos que enfrentarnos a los decesos del vecino o del familiar para empezar a creer, aunque en las noticias de radio y televisión aparecían en los horarios estelares de las diferentes televisoras el aumento de casos.
Ya, en otro plano de la creencia, empezaron a saturarse los hospitales, empezó obviamente el señalamiento y las diatribas a los distintos gobiernos por no tener cabida para recibir a tanto y tanto infectado. Los más vulnerables fueron los adultos mayores en inicio, sin embargo, al paso del tiempo el contagio fue general. Muchos fallecimientos, cientos miles y en el mundo entero millones.
Justo se empezaba a hablar de las secuelas de tan atroz contagio que ha dejado igual a mucha gente con problemas cardiovasculares, el más común de pulmones. Y ahora aparece la noticia de que en diciembre habrá un rebrote de la enfermedad. En algunos países ya inició.
Empiezan a nombrarla como una “tripledemia”: un aumento de casos de tres infecciones virales. En este caso se trata del virus sincicial respiratorio, que causa la bronquiolitis, la gripe y la Covid-19. En algunos países ya produjo la saturación de los servicios de urgencias de los hospitales.
Al momento de escribir estas líneas reviso la prensa internacional y hay países como Brasil que regresarán al uso de las mascarillas; ya hay un incremento inusual de problemas de gripe en Estados Unidos, Argentina, entre otros países.
Aún los niveles de preocupación no crean alertas en los distintos estratos sociales ni de gobierno. Sin embargo, es necesario que se tomen las medidas preventivas cuando llegue a nuestro país este nuevo padecimiento.
El luto permanece en las familias. Aún hay huecos que son difíciles de cubrir. Y lo peor hay familias enteras que ya no pudieron contar lo sucedido en este lapso que sucedió y dejó hondas huellas.
El Comandante Oreste nos obsequia unas líneas acerca del tema:
PAN DE MIA
Lo que Covid nos dejó
Un pueblo muy desolado
El panteón sobrepoblado
que me pregunto perplejo
lampareado cual conejo
la lógica es una ilusión,
si al ordenar el panteón,
obstruiremos una vía
de aquellas tres que existía
para ganarse un tostón.
En mi lenguaje ramplón
sí logro hacer que se sepa
el virus cambió de cepa
más no llegas al panteón
solo te golpea, campeón,
en tu bolsillo estropeado
con un cobro descarado
“Perpetuidad “se abolió
a siete años la volvió
la cámara desletrados…
POSDATA
A raíz de una conversación con una compañera en relación con la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, a celebrarse el 25 de noviembre, me comprometí a esgrimir comentarios al respecto y me permití tomar datos de la página de la Unesco.
¿Por qué debemos eliminar la violencia contra la mujer?
La violencia contra mujeres y niñas es una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas, persistentes y devastadoras del mundo actual sobre las que apenas se informa debido a la impunidad de la cual disfrutan los perpetradores, y el silencio, la estigmatización y la vergüenza que sufren las víctimas.
En forma general, la violencia se manifiesta de forma física, sexual y psicológica e incluye:
- violencia por un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, femicidio);
- violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético);
- trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual);
- mutilación genital, y
- matrimonio infantil.
Para mayor clarificación, la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, emitida por la Asamblea General de la ONU en 1993, define la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Los efectos psicológicos adversos de la violencia contra las mujeres y niñas, al igual que las consecuencias negativas para su salud sexual y reproductiva, afectan a las mujeres en toda etapa de sus vidas. Por ejemplo, las desventajas tempranas en materia de educación no solo constituyen el obstáculo principal para alcanzar la escolarización universal y hace cumplir el derecho a la educación de las niñas, luego también le restringe el acceso a la educación superior a la mujer y limita sus oportunidades de empleo.
Seguimos en la línea.