Después de la desaparición del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) en el año de 1989, decretada en la época de Carlos Salinas de Gortari, y luego de brindar apoyo a la cafeticultura durante 31 años, el proceso privatizador se impuso.
La Jornada lo dejó muy en claro el 6 de septiembre del año de 2016: “Gobierno dejó a productores del grano bajo las decisiones de las trasnacionales”.
Durante su existencia, el Inmecafé se encargó de fijar un precio mínimo al grano y se convirtió en el único comercializador, lo que –de acuerdo con las organizaciones de productores– derivó en la pérdida de calidad, mientras que Colombia y otros competidores internacionales la mejoraban y avanzaban en el mercado internacional.
Con la desaparición del Inmecafé, el precio quedó sujeto al libre mercado y los pequeños productores bajo las decisiones de las grandes trasnacionales que controlaron más de la mitad del mercado y, además, impusieron su visión en la Organización Internacional del Café (OIC), regulador en el ámbito mundial.
No solo quedaron en la orfandad los cafetaleros, a quienes este organismo les daba apoyo integral: desde la entrega de grano para sembrar, pesetilla, plantón y la asesoría técnica para lograr su producción. Ya en plena cosecha el apoyo era mayúsculo para la compra de su producción a un precio de anticipo y cuando el grano se exportaba se les proporcionaba la diferencia en un proceso que se llamaba “alcances” y los pequeños productores felices por este logro.
En Xicotepec existía una delegación que tenía cobertura a varios estados, Hidalgo, Veracruz y obviamente a Puebla. Los cafetaleros con menos de cinco hectáreas de producción eran considerados prioritarios para recibir los beneficios que otorgaba Inmecafé. Para la atención de todos estos productores en sus distintas vertientes de ayuda eran requeridos más de dos centenares de trabajadores de base y se triplicaba el número de eventuales en la época de cosecha.
Dicha orfandad no solo alcanzó a los cafetaleros, miles de trabajadores que prestaban sus servicios a esta institución fueron echados a la calle de la noche a la mañana. Por su antigüedad, una pírrica cantidad de ellos logró pensionarse ante el ISSSTE, solo que fueron con el salario mínimo. Justo en estos días varios libran una demanda ante esta institución para que sea reconocido el monto de su pensión de acuerdo con la categoría de la que fueron dados de baja.
Se ha iniciado un movimiento interesante de los trabajadores que laboraron y con la convocatoria de un reducido grupo de trabajadores, se espera que el próximo sábado 26 de agosto se constituya un comité que haga una puntual revisión de su situación, no solo ante el ISSSTE, sino también en los demás ámbitos de su influencia.
Quienes se han dado a la tarea de ir convocando han logrado reunir a una cuarentena de sobrevivientes de este instituto. Con el mejor ánimo han empezado por recuperar una casa que fue adquirida con la aportación de los trabajadores de base sindicalizados y como la voluntad de participación y el deseo de recuperar el ambiente gremial de Xicotepec que les fue reconocida por el Sindicato Nacional de Trabajadores del Instituto Mexicano del Café, SNTIMC, incluso su inclusión en el seno del comité nacional y en la estructura de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado FSTSE. En la cartera de asuntos de esta inminente organización está la de conformar la delegación de la FSTSE en Xicotepec.
Lo que sí es un hecho es el nombramiento de una directiva que agrupe a todos los trabajadores que hayan pertenecido a cualquier estructura que en ese entonces tenía dicho organismo.
Sin duda alguna fue una época de oro tanto para el café como para quienes prestaron sus servicios, no se diga un revitalizamiento de la económica que beneficiaba directa e indirectamente a todos los habitantes de la sierra norte de Puebla.