El rock produjo escasos poetas, Bob Dylan y Neil Young los más notables. Pero entre ellos destaca uno que jamás aprendió a tocar un instrumento ni a cantar, y tampoco se presentó en ningún concierto del grupo con el que se encontraba relacionado. Por azares de la vida Reid se vio involucrado con ellos.
Procol Harum fue una legendaria banda británica de la primera oleada de briosos músicos que intentaban ganarse la vida e interpretar el mundo en el que vivían, los enloquecidos años de 1960. Su canción A Whither Shade of Pale le dio la vuelta al mundo.
Sin embargo, eso no provocó que el resto de su obra fuese tan conocida. Después del LP de 1967 con el que se dieron a conocer, el cual llevaba el título de su famosa pieza, el grupo lanzó dos obras maestras: Shine On Brightly (1968) y A Salty Dog (1969). Su complejidad musical, el ambiente lleno de símbolos, inyectado de vigor gótico, el humor sutil que despedían sus discos no eran digeribles para las masas histéricas que balbuceaban las rolas de tantos otros grupos y se desmayaban frente a sus integrantes, desgañitados.
Lo convencional entre las bandas de aquel entonces, como los Kinks, Beatles, Rolling Stones, Who era confiar en la versatilidad e ingenio de los integrantes para resolver la muchas veces complicada relación entre armonía musical y ritmo lírico. No siempre las palabras en boca del cantante surgen de la manera grácil, fluida que se requiere a fin de agradar el oído.
Procol Harum no tenía ese problema. Reid era un talentoso trovador, conocía las formas de la métrica inglesa y un fuerte bagaje poético. Dicho de manera popular, podría componerlas en el aire. Lo único que se necesitaba era que los jóvenes maestros de la banda, duchos en una notable cantidad de instrumentos, encontraran el sentido musical de esas portentosas y oscuras metáforas literarias. Como el mismo Reid lo sabía bien, los poemas son concebidos para leerse, ya sea en silencio o en voz alta, no para cantarse, al menos no en principio.
La suerte favorece a los mejor preparados, tarde o temprano. El grupo estaba formado por un genio de las tesituras y armonías, el pianista, compositor y cantante Gary Brooker; el agraciado organista Matthew Fisher; un finísimo y pesado requinto, Robin Trower, más las guitarras de apoyo de Ray Royer y David Ball; los bajos de David Knights y Matt Pegg; finalmente, pero no el último, un grandísimo baterista, B.J. Wilson.
Algunos críticos que gustan de las clasificaciones intentaron colocarlos en la sección del rock progresivo. Procol Harum era rock pesado, sinfónico, celta, una especie de blues barroco. Embelesados por lo oscuro, sugestivo, sensual de sus poemas hechos canciones, muchos seguidores comenzaron a llamarlo rock de las criptas, a tratarlos como himnos crípticos, sublimes más allá de la muerte. El nombre mismo del grupo era una distorsión gatuna, onírica de la frase latina procul his, es decir, más allá de todo esto.
Reid comenzó escribiendo poesía sin pensar en que fuera a ser musicalizada, pero pronto comprendió los ajustes que, acorde a su intuición, debía aplicar en sus versos, cosa que, además facilitaba el trabajo de composición de Brooker, Trower o Fisher, así como los arreglos musicales por parte del departamento de producción de la casa disquera.
¿De qué manera creaba? Una canción, bajo el título de Pilgrim´s Progress (recuerda la alegoría mística cristiana escrita por John Bunyan en 1678), describe el proceso imaginativo del poeta/letrista:
“I sat me down to write a simple story
Which maybe in the end became a song
In trying to find the words which might begin it
I found these were the thoughts I brought along”.
Reid aseguraba que nunca trató de imaginar ni la tonada ni el tempo que habrían de darle forma musical a sus poemas. El proceso de trabajo en equipo permitía entender los procesos de maduración.
Poeta simbolista, sabía mezclar sus recursos literarios con tintes surrealistas, salpicados de humor, como toda manifestación surrealista debe incluir. Lo sorprendente de su capacidad lírica es que, a lo largo de los años, después de tantas canciones, prácticamente ningún poema sufrió cambios significativos al convertirse en una pieza musical, tal vez una palabra aquí y otra allá, pero nada más.
Esta vena satírica se muestra en la canción Your Own Choice:
“There´s too many women and not enough wine
Too many poets and not enough rhyme
Too many glasses and not enough time
Draw your own conclusions”.
Su canción estelar, con dejos de Aire para la cuerda de Sol, de Juan Sebastián Bach, dejó perplejos a productores, críticos, Djs de radio y a la audiencia misma desde los primeros versos:
“We skipped the light fandango
Turned cartwheels ´cross the floor
I was feeling kinda seasick
The crowd called out for more”.
¿Qué rayos querían decir con eso de “saltarse el baile español, acompañado de castañuelas, ejecutado con ligereza y gracia”?
“The room was humming harder
As the celing flew away
When we called out for another drink
The waiter brought a tray”.
Alucinaciones poéticas.
Fue el director de Island Records, Chris Blackwell, quien presentó a Reid con el productor Guy Stevens. Éste invitó a Keith a permitir que algunos de sus poemas fuesen musicalizados por Gary Brooker, entonces tecladista de un grupo llamado los Paramounts. Una de las primeras canciones que hicieron juntos fue esta “pálida sombra”, según cuenta Stevens, inspirándose en la apariencia física y manera de caminar de su propia esposa. A la fecha se han vendido más de diez millones de copias.
El poeta norteamericano Henry Wadsworth Longfellow publicó en 1842 un poema en prosa, The Wreck of Hesperus, balada en la que cuenta la tragedia de un marinero, capitán avezado y, no obstante, sordo ante las advertencias de otros experimentados hombres de mar a fin de que desista de llevar a su hija al mar esa ocasión, pues presagia tormenta sin igual. El capitán termina amarrando a su hija al mástil de la goleta, tratando inútilmente de salvar su vida.
La canción con el mismo nombre del disco A Salty Dog dice en sus líneas finales:
“But still for nothing, quite in vain was hope forever tossed
No moments gained, no thoughts explained, all hope forever lost
One moment´s space, one moment´s final fall from grace
Burnt by fire, blind in sight, lost in ire”.
Keith Reid falleció el 23 de marzo de 2023, si bien apenas el martes 28 se anunció su deceso.