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domingo, octubre 26, 2025

Álamo Temapache

Álamo Temapache

Álamo Temapache es una ciudad dedicada al cultivo de naranjas que fue devastada por la creciente del río Pantepec a causa de la tormenta tropical “Jerry” que causó destrozos en los estados de Hidalgo, Veracruz y Puebla, entre otros.

Yo estuve ahí el miércoles 22 de octubre con el afán de apoyar a Jorge Luis López Conde, quien es mi amigo y compañero desde que cursamos juntos en la escuela secundaria federal “Ángel Wenceslao Cabrera” en Zacatlán. Me acompañaron en el viaje mi hijo Carlos Alejandro y Faustino, un compañero de trabajo. Hasta ese día, la alcaldesa Lilia Arrieta, se presentó en la colonia Pantepec y fue recibida con gritos de rechazo por los habitantes que se sintieron abandonados por sus autoridades.

En el monumento dedicado a “El colotero”, esperé al profesor Chucho, y le entregué unas despensas que había mandado mi hermana Carmen. Chucho trabajó hace algunos años en Chicontla. En ese momento se acercaron varias personas solicitando ayuda y nos causó gran pena no poder ayudarlos. En realidad, no solicité apoyo para llevar despensas, solo me movió el interés de la amistad con Jorge. Ahí me di cuenta que había cometido un error.

La calle principal de Álamo seguía inundada. No había manera de llegar por esa arteria. Así que nos estacionamos más adelante sobre la carretera que va para Naranjos. Intenté comunicarme con mi amigo por teléfono, pero la señal era mala. Caminamos, el espectáculo era deprimente. Un muchacho me señaló el nivel que alcanzó el agua y dijo que había tapado al trailer de su vecino. Decenas de carros, empujados por la corriente, estaban averiados. Una camioneta roja, de doble cabina, en posición inclinada, quedó atorada en el tronco de un árbol. Otra camioneta blanca, Chervorlet, descansaba sobre el cofre de un coche rojo. Basura y escombros por todas partes.

De pronto vi una escena que me pareció brutal: dos muchachos, con maguera en mano, echaban agua sobre un cubo de pollos congelados e intentaban descongelarlos mientras un grupo de personas esperaba la oportunidad de llevarse un pollo para comer en casa.

Con el tráfico muy lento, nos acercamos a un crucero que lleva a Agua Nacida. Una brigada de trabajadores salía del mar de lodo. Intentamos entrar a la derecha, pero nos detuvieron los militares, dijeron que no había paso porque las máquinas estaban levantando basura acumulada. Entonces nos arriesgamos a entrar caminando. El lodo se había adueñado de las calles, montones de basura por doquier, solo transitaban algunos motociclistas intrépidos. Un olor fétido me golpeaba la nariz. Utilizando el Google Maps, avanzamos tres o cuatro cuadras por las banquetas, pero era imposible continuar, nos hacían falta botas de hule para poder avanzar. Botas de hule, eso es lo que me había dicho Jorge en su mensaje de voz el 18 de octubre, pero yo no hice mucho caso y me llevé zapatos de trabajo:

     “Hola Miguel Ángel, pues seguimos trabajando, este es un trabajo de muchas semanas, de limpieza y limpieza y otra vez a quitar lodo; tengo un espacio muy grande en una propiedad que es donde vivo pero es grande y con patio alrededor, entonces todo se llenó de lodo y cuesta trabajo avanzarle porque todo el mundo anda haciendo sus limpiezas en casa, entonces faltan manos, esa es nuestra prioridad, manos que trabajen, manos que ayuden, muchas botas de hule, nos hacen falta jaladores, escobas, agua embotellada… Este, de comer creo que no tanto, fíjate de comida, no sufrimos… Ahora, las brigadas del gobierno apenas entraron ayer o antier que vino la presidenta, que vino la gobernadora, o sea, si vistes por ahí las noticias la presidenta caminó y caminó con botas normales, o sea, le limpiaron la calle por donde iba a pasar y parece que la llevaron a otra colonia…Pero las calles están llenas de basura, está impresionante, son cerros  y montañas de basura; van poco a poco, son como 30 carros de volteo y otras máquinas que andan recogiendo, pero  es un problema ir a tirar la basura porque hay fila tremenda en el basurero para tirarla, un carro tarda 2 horas en tirar la basura… Pero, ahí vamos, sí, ahí vamos nosotros limpiando despacito, despacito… Te agradezco mucho tu mensaje. Buena tarde”.

Regresábamos al crucero, cuando vi entrar una camioneta con logotipos de Bienestar, la seguí con la vista, miré su recorrido y me di cuenta que si se podía transitar por otra calle donde no estaban trabajando las máquinas, entonces hablé con un militar, le expliqué lo que había visto, le dije que venía de Puebla a dejar ayuda y le rogué que nos permitiera el paso.

-Hable con los del crucero para ver si le dan paso. Por mí no hay inconveniente -me dijo.

Y allá fuimos. Le expliqué a un oficial de tránsito y a un soldado lo que había visto. Insistí que venía de Puebla. Me aferré a la idea de llegar con mi amigo.

-Póngase atrás de esas dos camionetas y avance -me dijo el oficial.

Fuimos avanzando por unas calles repletas de lodo. En las esquinas aparecían los montones de basura como monumentos a la desesperanza. Colchones, llantas, sillas, botes, lámparas, infinidad de muebles de aserrín comprimido echados a perder por los mordiscos rabiosos del agua.

Yo iba estresado pidiéndole a mi hijo que manejara con cuidado para evitar una ponchadura. Jorge me había dicho que por arreglar una llanta cobraban 400 pesos. Como su camioneta quedó averiada por la creciente, mandaron traer el tractor de su suegro para ayudar en las labores de limpieza y en el trayecto se ponchó una llanta, le cobraron 1000 pesos por parcharla.

En una esquina nos detuvieron. Una Trascabo Caterpillar levantaba basura con su mano de hierro y la depositaba en un camión de volteo.  Iba y venía haciendo un ruido de cacharros. Entonces, con su uniforme verde y el lodo en la pantorrilla, un soldado nos indicó que una coladera estaba fuera de su lugar y con un ademán nos pedía rodear y proseguir…

Por fin llegamos a la casa de mi amigo en la calle Úrsulo Galván en la Colonia de las Flores. Nos ofrecieron unas sillas para descansar y unas botellas de agua fría para el bochorno, ahí le dimos los enseres de limpieza que llevaba, una bolsa de pan, café y en efectivo, el monto que nuestros compañeros de Zacatlán habían depositado a mi cuenta para entregarlo personalmente como una muestra de su amistad y apoyo. Faustino y Carlos le ayudaron a mover algunos muebles para su recámara; otros, para lavarlos afuera de la casa. Luego nos enseñó hasta donde llegó el nivel del agua en la sala. Y nos empezó a platicar lo que pasó el día de la creciente…

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