Carlos Chimal*
A fines de junio de 1940 Burdeos cayó en manos de las tropas alemanas. Durante la ocupación nazi del territorio francés esta ciudad resultó ser idónea para resguardar submarinos debido a su estratégica salida hacia la bahía de Vizcaya y, por ende, al océano Atlántico, donde podían atacar con rapidez al enemigo británico, incursionar hacia Norte y Sudamérica, e incluso servir de puente para suministrar pertrechos a los combatientes del Eje en el océano Índico. En las afueras de la ciudad francesa de Burdeos puede visitarse un sitio peculiar, condenado a vivir en tinieblas. Arte y tecnología se reúnen de forma inusitada en este búnker que se localiza junto al río Garona, cuyo destino lúgubre ha sido transformado en uno festivo. Burdeos era muy atractiva por su infraestructura portuaria, de manera que en 19 meses de trabajos forzados, día y noche 6 500 trabajadores colaron 600 mil m3 de hormigón armado y construyeron un refugio de botes sumergibles a fin de ocultarlos de la aviación aliada. Más de una tercera parte de la mano de obra la aportaron prisioneros de la derrotada República española, aunque también había locales, tanto rebeldes como colaboracionistas, belgas, italianos, neerlandeses y técnicos alemanes. Fue inaugurado el 13 de mayo de 1943.
Finalmente la guerra terminó. Durante varias décadas las instalaciones fueron convertidas en talleres metalúrgicos. Al mismo tiempo, su atmósfera contrastante, sombría en el interior, luminosa en el exterior, comenzó a atraer la atención de artistas plásticos, cineastas y músicos. En 2020 la ciudad encargó a un grupo interdisciplinario de artistas digitales intervenir los cuatro estanques húmedos.
El resultado es fascinante. No solo se trata, por ahora, del centro de arte digital más grande del mundo, sino del más original, dada la ingeniería del sitio, lo cual agrega un toque escenográfico dramático, inesperado. Las camas de agua, la profundidad que ofrecen los muros rectangulares, el ambiente marino que se respira, partes del piso que se desplazan lentamente en forma repentina, la combinación de estos elementos lo hacen distinto a otros espectáculos de inmersión digital. Arte y tecnología se reúnen aquí de manera sorprendente.