14.3 C
Puebla
viernes, enero 31, 2025

Más noticias de Izúcar de Matamoros

Más leídas

Ahora que hemos dado a conocer las andanzas de la expresidenta municipal de Izúcar de Matamoros Irene Olea Torres, quien a través de sus esbirros inició una guerra soterrada porque han perdido sus privilegios en la Universidad Tecnológica de ese lugar, varios hipócritas lectores nos escribieron para que no dejemos pasar un dato importante al tomar a dicha casa de estudios como su feudo: la incorporación de su sobrino como el mero mero jefazo de la Dirección de Vinculación. Todo ocurrió en abril de 2023, cuando la exalcaldesa impuso en la rectoría a su incondicional Javier Santiago Reyes. La encomienda fue apoderarse de la institución a como diera lugar y convertirla en una de las fuentes de financiamiento del proyecto político de la “jefa” y su esposo Antonio Guevara Palafox, exfuncionario de la Secretaría de Educación Pública estatal y responsable de traicionar al mentor de su grupo político Melitón Lozano Pérez. A la llegada de Santiago Reyes inició una auténtica cacería de brujas que incluyó tanto personas de confianza como de 26 docentes que tenían más de 15 años de antigüedad. No sobra decir que los despidos, en su mayoría, fueron ilegales y derivaron en un daño patrimonial contra la institución por 5 millones de pesos debido a que los afectados escalaron el conflicto a los juzgados laborales. Borrachos de poder, Irene Olea y Javier Santiago hicieron lo que quisieron para colocar en las diferentes áreas a puros incondicionales que les ayudaran a tomar por asalto al instituto. Pero entre las joyas que se descubrieron fue la designación de Héctor Guevara Delgadillo como director de Vinculación, quien era ni más ni menos que sobrino de Antonio Guevara y, por ende, de la entonces alcaldesa. El asunto pronto se convirtió en un escándalo porque en la casa de estudios se enteraron que el angelito cobraría de salario la nada despreciable suma de 46 mil 109 pesos pese a que no contaba con el perfil ni la experiencia para el cargo por una sencilla razón: Era apenas un graduado de la universidad. El enojo no se hizo esperar, ya que mientras casi una treintena de profesores se quedaron sin trabajo de un día para otro, el orgullo del nepotismo del clan Olea comenzaría vivir la vida loca de la función pública. Poco a poco, se formó una bola de nieve debido a que salió a luz que otros funcionarios impuestos por Santiago Reyes tampoco cumplían con el perfil. Bueno, había casos de personas que no tenían siquiera cédula profesional. Y a eso después se sumaron las quejas por sospechas de corrupción y denuncias por presuntos casos de acoso sexual al interior de la institución. ¿Y así Irene y sus esbirros andan grillando porque perdieron todos sus privilegios en el instituto?

Notas relacionadas

Últimas noticias

spot_img