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domingo, diciembre 22, 2024

Hijo ve con don Ferrucho

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Lleva la libreta para que te apunte 100 gramos de pimienta negra, 100 gramos de clavo, un rollito de canela y 300 gramos de ajonjolí. Ya sabía que mi madre nos haría pipián. Don Ferrucho tenía su tienda de abarrotes en la 26 oriente en Xonaca, a la vuelta de la embotelladora del refresco Orange Crush y cerca de los lavaderos.  

Hace 3 años recibí como regalo 60 libros de un amigo, su padre era masón y asturiano, 20 de ellos sobre historia de España, uno de ellos de Stefan Zweig, la historia del primer viaje alrededor del mundo de Magallanes. Al iniciar la lectura, grande fue mi sorpresa al leer el primer renglón de la página 11, En el principio eran las especias. 

Stefan escribe los viajes de los romanos, su gusto por los ingredientes estimulantes, embriagadores de Oriente, un poco de pimenta, clavo o canela, halagaban el paladar, de los todavía bárbaros de la gente medieval “un plato no está en su punto si no lo cargan de pimienta”. 

Tuvieron que pasar 69 años para percibir el olor y sabor del clavo y la canela, no se puede reconstruir la historia de otro modo del que vivió mi madre, moliendo en su metate la pasta del pipián. Había comprado en el municipio de San Salvador el Seco un molcajete de piedra, los recuerdos no fueron iguales, pero al moler el ajonjolí recién tostado y el clavo, me vi en la cocina de mi madre, fui por una torta y le pedí un poco ya sazonado. 

Stefan nos dice que la pimienta está hoy día en las mesas, igual que la sal pero, que en la Edad Media, la pimienta se calculaba como si fuera metal noble, los riesgos del transporte de Oriente a Occidente, era vencer los obstáculos de las tormentas en el mar, también de los piratas, que de cinco pequeños barcos, si se salvaba uno, era más que suficiente para obtener ganancias. 

Un solo saco de pimienta tenía tanto valor, que los mercaderes de Venecia construyeron grandes palacios acaparando la venta de las especias. 

Durante el XVI se inician las cruzadas para buscar la ruta a la India, la evangelización era un pretexto, en Europa los clérigos que subían a las montañas, muchos de ellos no sabían el Padre Nuestro ni latín, lo que el cristianismo quería de fondo es encontrar la ruta marítima al Oriente o la India, sin pago de derechos al Islam, por navegar en el Mar Rojo. 

Stefan despertó mi existencia, parecía complicado el destino, pero no debemos conformarnos con la historia tradicional, ésta, cambia con lentitud o a veces con rapidez, cada poblano tiene sus propias vivencias y recuerdos, sus visiones precisas. Un recuerdo del 6º año de primaria en la Juan Crisóstomo Bonilla, es en el recreo, comiendo unas ricas tortas de pipián con mis amigos, algunos no lo habían probado. En casa lo preparamos a mis nietos y les platico de Stefan.  

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