Este martes inicia el primer año de Claudia Sheinbaum y el séptimo año de López Obrador.
El primero es más sencillo que el séptimo, una vez que éste suele ser el más difícil de los gobernantes que se convierten en exgobernantes.
Sobre todo, en el caso de un presidente que nunca tuvo un sólo momento de descanso.
Es decir: un presidente que no ha dejado de recorrer el país y que siempre estuvo de pie en Las Mañaneras —que llegaron a durar cuatro horas—, y que, además, tuvo el último mes más intenso que se recuerde jamás.
Cuando un presidente se va, los zopilotes empiezan a volar sobre su cabeza.
Eso les pasó a los expresidentes del pasado remoto para acá: de Díaz Ordaz a Peña Nieto.
López Obrador, pese a ser el líder del movimiento de la 4T, pasará de vivir la ceremonia de los adioses a padecer la temporada de los zopilotes.
Y en esta temporada van incluidas las traiciones.
El primer minuto del martes, nuestro personaje se convertirá en eso que dijo Felipe González sobre los expresidentes:
“(Son) grandes jarrones chinos en apartamentos pequeños. Se supone que tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes”.
López Obrador es el último presidente que proviene del PRI (o del PAN), cosa que marca un hecho inédito e histórico.
Y es que Claudia Sheinbaum nunca militó en ninguno de los dos partidos que dominaron la escena pública de México hasta antes de AMLO.
Ella sí proviene de la izquierda marginal, auténtica.
La izquierda que vivía sin presupuesto, sin posiciones en el gobierno y sin candidaturas.
Una izquierda bordada en la ideología.
Regreso a López Obrador.
Mucho se ha escrito que el todavía presidente dejó los dados cargados en Morena, antes de irse, al colocar a su hijo —llamado como él— en una posición intrascendente, pero fundamental.
(¿Quién recuerda el nombre del todavía secretario de Organización de Morena?).
Desde ahí, juran, Andy será la voz de su padre ante la presidenta, las dos cámaras y los gobernadores.
De confirmarse esa tesis, ¿a quién obedecerán, por ejemplo, los gobernadores?
¿A Sheinbaum o al López Obrador camuflado?
¿Con quién estarán sus lealtades?
¿Quién definirá la ruta?
Complicado.
Francamente complicado.