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sábado, noviembre 23, 2024

Puras porquerías

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Eduardo Rivera Pérez quiso quedar bien con el patronato de la UPAEP al destinar 50 millones para obras de mejoramiento urbano que benefició exclusivamente a la institución. Luego, el velador más caro que dejó en el Ayuntamiento de Puebla, Adán Domínguez Sánchez, quiso quedar mucho mejor y de un plumazo privatizó la calle 11 poniente, entre la 19 y 21 sur, para beneficio exclusivo del semillero de la ultraderecha poblana. La obra y la privatización se realizó sin consulta o inclusión de los colonos. No era necesario. Ellos eran los menos importantes. La clave era la Junta de Gobierno de la UPAEP, encabezado por Juan José Rodríguez Posada, uno de los yunquistas que no tiene buena relación con Rivera Pérez debido al maltrato y demás desplantes que ha realizado el exedil hacia su familia. El oriundo de Toluca se sintió jefe y se olvidó del lugar que ocupa en la jerarquía de la secta. Por eso a Rivera Pérez le urgía quedar bien con el patrono y así sumar más adeptos en su fracasado intento por llegar a la gubernatura. El problema es que las obras comenzaron a destiempo, se realizaron a paso de tortuga y muchos se dieron cuenta desde un principio que había problemas por la calidad de los materiales y planeación. Adán Domínguez tenía prisa por inaugurar los trabajos debido a que anda en campaña para ser el próximo dirigente estatal del PAN y la UPAEP es pieza clave para un buen respaldo. Pero la terca realidad se impuso nuevamente. El fin de semana pasado, una torrencial lluvia provocó el colapso en la zona. El sistema de desagüe se comprobó que fue insuficiente pues el agua brotaba a borbotones. En otras partes, las lajas se levantaron y en otras partes se sumió. El ridículo sobrevino. Exhibidos en redes sociales y medios de comunicación, los panistas salieron a intentar justificar el desastre. El inepto secretario de Infraestructura municipal, Edgar Vélez Tirado, rechazó que hubiera fallas en la construcción y dijo que todo se debió a que la red de drenaje de la zona se saturó por la lluvia. La torpeza del funcionario solo evidenció que tampoco hubo una correcta planeación, pues debieron prever cualquier contingencia de esa naturaleza, sobre todo porque el barrio de Santiago sufre inundaciones frecuentemente. Seguramente Adán Domínguez y Eduardo Rivera andarán con el rabo entre las piernas, pero su robusto ego les impedirá reconocer la realidad, negarán todo y, fieles a su pequeñez, culparán a otros de sus ineptitudes. Lo peor de todo es que esta historia se repite en muchas partes de la ciudad, en donde la gestión panista realizó obras públicas. Ya se vio que no se trata de un problema de colonias populares o juntas auxiliares. Las porquerías realizadas por el Ayuntamiento son el modus operandi de un gobierno que apesta a corrupción.

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