El jueves de la semana pasada, un estudiante de bachillerato de la UPAEP agredió a uno de sus profesores con un martillo, lo que provocó un despliegue de auxilio, ya que el agresor amenazaba con quitarse la vida. El hecho, lamentable por donde se le vea, comenzó a correr como pólvora. Se supo, por ejemplo, que el alumno había tenido hace no mucho tiempo una crisis nerviosa y nadie hizo nada. Sin embargo, un hecho inaudito ocurrió un día después: estudiantes colocaron cartulinas de protesta contra la institución que dejan al descubierto la visión que los directivos tomaron para intentar acallar el escándalo. “Síguete preocupando por tus códigos de vestimenta, por traer escotes o falda larga que por la salud mental de tus alumnos UPAEP”, “No fuera porque traes escotes o falda corta porque te regresan a tu casa”, “Nuestra seguridad más que tu reputación”, “No vas a salir con ‘categoría’ de una escuela de la que no sabes si vas a salir”, fueron algunas de las protestas ante el conservadurismo, la negligencia y obcecada visión de la ultraderecha que gobierna a esa escuela de corte confesional. Les guste o no, a los directivos de la UPAEP les debe quedar claro que en su visión gerencial olvidan un punto: los estudiantes son sus clientes, pagan colegiaturas lo bastante caras para exigir calidad en todos los sentidos. ¿Cómo se puede tener calidad con una visión confesional? El resultado está a la vista: intentan esconder todo porque es mala publicidad. La UPAEP podrá vendernos la idea de que es una de las mejores instituciones de Puebla, pero ya se vio que ante un problema tan sencillo es mejor la mordaza. Lo mismo ocurrió cuando sus estudiantes universitarios se opusieron al cambio de logo de la institución. La intolerancia como marca de la casa. Por cierto, a Herberto Rodríguez Regordosa, directivo de la institución, no lo vemos apurado ni preocupado por este caso. No fuera la Udlap porque estaría pegado al Twitter victimizándose de todo. ¿No que la comunidad universitaria es primero? ¿Encabezará una marcha para exigir el respeto a la libertad de expresión de los alumnos UPAEP?
Micalco y la envidia
El diputado local del PAN Rafael Micalco Méndez anda que no lo calienta ni el sol porque simplemente su forma de hacer política ha quedado rebasada por los nuevos tiempos. Se supone que su estrategia era convertirse en una especie de agente libre para acomodarse, de acuerdo con la coyuntura, en el lugar donde mejor le conviniera. Así pasó con la Udlap, su oportunismo lo llevó a montarse en el conflicto sólo para quedar bien con las familias Rodríguez Regordosa y Jenkins de Landa, ambas con muchas posibilidades de apoyarlo en un futuro. En el Congreso del estado no tuvo empacho en apuñalar a su antiguo aliado Eduardo Rivera Pérez porque le cerró las puertas para lucrar con el cobro del Derecho de Alumbrado Público. Al no obtener lo que quería, entonces, fue un acérrimo opositor a la medida. Ahora, Micalco no oculta su enviada hacia el coordinador de la bancada del PAN en el Congreso, Eduardo Alcántara Montiel, a quien acusa de entreguista con la 4T pese a que no se ha dado cuenta que la operación política es vital para tener viabilidad como oposición. Micalco cree que, pateando el tablero, haciendo berrinche y chantajeando es como se obtienen las cosas, pero está muy equivocado. A lo mejor eso le funcionó con Rafael Moreno Valle, pero con el actual Gobierno del Estado es primero el oficio político al interés particular. Su verdadera envidia es que por sus torpezas le han cerrado las puertas, pero es tan soberbio que es incapaz de caer en cuenta que su forma de hacer política huele a naftalina.
Atajar problemas
Para nadie es un secreto que el alza en la inflación que atraviesa el país ha desembocado en una serie de impactos negativos en los costos de los insumos básicos de la canasta básica que se han disparado, en algunos casos, más de 100 por ciento. Un tema crucial, por ejemplo, es el aumento en el costo de los productos para la elaboración de pan. Ante esa situación, Olivia Salomón Vibaldo, secretaria de Economía estatal, llevó a cabo una reunión hace unos días con harineros y panaderos, a fin de poner en marcha acciones que permitan evitar distorsiones en abasto de materias primas para los panificadores. La reunión podría ser cosa menor para algunos, pero está orientada en ayudar a una cadena de producción vital para la economía de los que menos tienen. Eso se llama sensibilidad.