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jueves, noviembre 21, 2024

Un taco de langosta con frijoles (el sueño feliz)

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Si estás de paso por Tijuana o visitando el Valle de Guadalupe, Ensenada es una parada obligada.  

La Carretera Escénica de Tijuana a Ensenada que bordea el Océano Pacífico, es un espectáculo. El paisaje árido y los dramáticos acantilados se mezclan con los miles de tonos de azul del Pacífico.  

Antes de llegar a Ensenada pasas por Rosarito y sus playas.  Es famoso por sus tacos de langosta, servidos con frijoles, arroz y una tortilla enorme de harina. No hay nada que no suene bien de este taco, pero la verdad es que por alguna razón es una delicia para el paladar. 

No hay que dudarlo y dirigirse directamente a La Guerrerense, “domicilio conocido” para todos los del rumbo. Tienen una carreta en la Primera y Alvarado, y un restaurante a la vuelta de ahí. Su especialidad son las tostadas de mariscos.  

Anthony Bourdain ayudó a lanzar éste lugar a la fama cuando lo visitó por primera vez en 2012. En su programa comparó la calidad de la comida de este puesto callejero con los mariscos que te sirven en Le Bernardin de Nueva York (con todo y sus tres estrellas Michelin). La Guerrerense llevaba siendo el lugar favorito de los pobladores desde 1960, pero a partir de la crítica de Bourdain, gente de todo el mundo empezó a hacer filas para probar “la mejor comida callejera del mundo”. 

Estábamos de pasada, así es que nos fuimos por la carreta y no al restaurante. El lugar estaba lleno, pero sin filas. No hay mesas, solo uno que otro banquito de plástico. Comes de pie en la calle. Hay por lo menos diez personas atendiendo el pequeño puesto.    

Lo extraordinario del lugar es que cada vez que pruebas algo, quedas absolutamente sorprendido. La mezcla de sabores no es algo que esperarías de una “simple” tostada.  

Probé primero la de ceviche de erizo con almeja.  Hasta abajo tiene capa de ceviche de erizo. Encima, almejas frescas, aguacate, una salsa picante y limón. Tienen una enorme variedad de salsas en la barra. Aunque realmente ésta no necesita nada más.  

Venden también una tostada de ceviche de caracol con finas lajas encima, aguacate y salsa. El punto de cocción del caracol es perfecto. No es el caracol blanco —que es más común en el Caribe—, y se come crudo. Éste se cocina y no es fácil lograr la consistencia perfecta que tiene el de La Guerrerense.  

La tostada untada de paté de pescado y coronada de callos de hacha (que en esa zona son espectaculares) es también un manjar.  Hay cocteles, ostiones y almejas en su concha. La pata de mula es buenísima. Pero nada como las tostadas.  

La calidad de los ingredientes en Baja California es difícil de comparar. Y aunque no hay una tradición gastronómica milenaria como en otras partes del país, se ha convertido en uno de los mejores lugares para comer en México.  

Desde hace más de veinte años en el centro de Ensenada está también el restaurante Manzanilla, de Benito Molina y Solange Muris (que tienen ya, dos restaurantes más en la zona). Ellos mezclan la alta cocina mexicana con lo Mediterráneo. Fueron pioneros en el enfoque sustentable de todos sus ingredientes y en aprovechar el potencial que tiene la materia prima de Baja California. 

El Valle de Guadalupe, por su parte, tiene un ambiente rústico, pero a la vez sofisticado. Su clima casi mediterráneo lo ha convertido en la mejor región vinícola de nuestro país. Si de comer y beber se trata, aquí nada puede salir mal. 

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