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viernes, noviembre 22, 2024

La izquierda buena ondita

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Desde hace años, hay una clase social en Puebla que se podría llamar la izquierda buena ondita. Es una subespecie que sólo conoce dos canciones de Silvio Rodríguez: Ojalá y Unicornio. Tiene por ahí empolvado un disco de Luis Eduardo Aute en un mano a mano que se grabó en Las Ventas —también con Silvio— y un playlist en Spotify de todas las canciones de Joaquín Sabina. 

Dicha subespecie se ha autodenominado de izquierda. Se dice progresista. Presume de andar en bicicleta. En Twitter se pone muy flamenca cuando se intenta regular cualquier acción que tenga que ver con las calles del Centro Histórico de Puebla. 

Algunos de ellos, desde hace lustros, se refugiaron en el Instituto Ponchito. Otros, en su pasado, hicieron negocios con Mario Marín y Manuel Bartlett. Presentaron una y otra vez un proyecto para embellecer el Centro Histórico de la capital poblana. Lo cobraron carísimo, of course my horse. Supieron aprovechar la ignorancia de algunos políticos que, queriendo aparentar lo que nunca han sido, contrataron los proyectos “académicos y urbanistas”, las veces que fuera necesario. 

“Al fin y al cabo, no es mi lana”, repiten orgullosos los aspirantes a ser izquierda buena ondita. 

Entre la izquierda buena ondita cabe de todo: lectores de noticias, una exalcaldesa de Puebla, activistas de sofá, vendedores de libros, empresarios, periodistas militantes, guarachitos venceremos, grillos de café y hasta orejas de Gobernación federal, estatal y municipal (los tres órdenes de gobierno, sí señor). 

Algunos han puesto proyectos de radio por internet. Se ponen muy críticos. Duros. Cuando les conviene hablan mal del PRIAN, pero cuando les conviene hablan mal de Morena. No se atreven a criticar al gobernador en turno, ¡faltaba más! Y no es por un acto republicano o por admiración al mandatario, es que le tienen un pavor. 

Esa izquierda buena ondita vive bien, por lo regular si son empresarios pagan muy mal a sus trabajadores, quedan mal con sus proveedores, dan cheques de rebote. Ah, pero eso sí, ante los ojos de los demás son solidarios, fraternos, impulsan la transparencia y exigen la rendición de cuentas. 

No soportan la crítica, aunque ellos sean muy criticones. Buscan cualquier pretexto para quedar bien socialmente. Andan a la casa de temas que abanderar como: la Udlap, la marcha de las mujeres un 8 de marzo, Marín vs Lydia Cacho. Ya nada más falta que repitan la frase: “es que se ha dañado el tejido social”, como lo dice cualquier político que tomó un diplomado en Teoría del estado o sociología en alguna escuela incorporada a la BUAP. 

Fueron los hombres y mujeres más felices cuando apareció Facebook porque ahí obtienen el aplauso fácil, siempre les dicen que “sí que como no, que cómo chingados no”. La izquierda buena ondita está ahí como una subespecie del poblanishment que la va a hacer de jamón por cualquier tema que esté en boga, que sea popular y que represente a lo políticamente correcto. 

Esos buena ondita son conservadores de clóset. Es una derecha oculta en sus corazones, pero ellos prefieren llevar en su pecho una imagen del Che y citar a Eduardo Galeano a cualquier provocación. Llevan un libro de Benedetti en su brazo, pero dentro tienen algún Capulinita o el Libro Vaquero 

Es que eso de ser de izquierda vende. Y si además son buena ondita, pues qué más se le puede pedir a la vida. 

Y como dijo el buen Lupillo: “¡Patria ya, chelas para todos!”.  

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