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jueves, noviembre 21, 2024

Querétaro y los demás, las barbas a remojar

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Lo que ocurrió el sábado pasado en Querétaro se pudo evitar si en nuestro futbol se tomaran las cosas en serio. Pero, como dice el dicho, “ahogado el niño, a tapar el pozo”, buscando responsables, sanciones y consecuencias tras la batalla campal dentro y fuera de la cancha. 

Esa misma noche le pregunté en Futbol Picante al señor Arriola, presidente de la Liga, si él tiene la capacidad de tomar las medidas justas y necesarias para acabar con esto de una vez por todas. Buscaba una respuesta más allá de lo que opinen los otros 17 dueños de clubes en la junta que tendrán en conjunto.  

Respondió que sí y que está totalmente capacitado para tomar esa clase de decisiones. Considero que está ante una oportunidad histórica de acabar por fin con las “barras de animación” que tanto daño le han hecho al futbol mexicano y mundial. 

A Querétaro, como miembro de la primera división, se le tiene que juzgar con todo el peso de la ley. No hay peor castigo para ellos que el ser desafiliado y que el club se desplome totalmente en lo financiero. 

No hay que olvidar que estos Gallos en 2013 descendieron una noche y al otro día compraron la franquicia de Jaguares de Chiapas para permanecer en Liga MX.  

Recientemente han cambiado de dueño y su organigrama no es transparente, incluso hay injerencia de un representante de jugadores como directivo. Todo esto habla de la poca seriedad en esta institución.  

También deberá intervenir el gobierno del estado, a su vez señalado por la nula cantidad de elementos de seguridad municipal en el estadio.  

No puede ser que un evento multitudinario y con antecedentes violentos entre las aficiones de estos equipos, se haya minimizado de manera alarmante el tema de la seguridad.  

En otros espacios de ESPN comenté que, como DT, me ha tocado ir a La Corregidora, y es un estadio violento y hostil desde hace varios años. No ha pasado nada más allá de sanciones menores, la bomba un día iba a explotar y explotó. 

El haber suspendido la jornada dominical y evitar la entrada de porras visitantes son castigos tibios para que en 6 meses o 1 año vuelva a ocurrir lo mismo. La situación es insostenible y reclama decisiones duras nunca antes vistas. 

El vetar o clausurar el estadio por determinado tiempo es un castigo pobre porque tiene fecha de caducidad y estos rufianes, desafortunadamente, encontrarán la manera de entrar otra vez. 

Dicen que “a grandes males, grandes remedios”, y si la solución pasa porque los clubes impidan la entrada a sus propias porras, bienvenida sea. Otra opción es credencializar a los aficionados como en los Mundiales, para que así exista un mejor control en los inmuebles. Además de contar con circuitos cerrados de seguridad, como si se tratase de un centro comercial. 

Por negligencia, omisión o sumisión hoy le tocó a Querétaro. Pero mañana puede ser el otro y es un llamado para que los restantes 17 clubes “pongan las barbas a remojar”. Es una oportunidad histórica para sentar un precedente que erradique la violencia en los estadios. Basta ya, llegó la hora de ponerse a trabajar.  

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