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viernes, diciembre 26, 2025

Lilia Cedillo, el peso de una trayectoria que marcó el año para la BUAP

Lilia Cedillo, el peso de una trayectoria que marcó el año para la BUAP

El 2025 dejó varios nombres en la conversación pública de Puebla, pero pocos con una presencia tan consistente como la de Lilia Cedillo Ramírez, rectora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

Su reelección, el ascenso dentro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII) y la agenda trazada para los próximos cuatro años colocaron a la científica poblana entre las figuras más influyentes del año en el ámbito universitario.

Cedillo Ramírez llegó a este punto con una trayectoria que difícilmente pasa desapercibida: doctora en Microbiología por el Instituto Politécnico Nacional, con estudios posdoctorales en la Universidad de Alabama y más de 40 años dedicados a la docencia y la investigación.

Desde la rectoría de la BUAP, ha construido una carrera orientada a la formación de científicos, la divulgación del conocimiento y el estudio de enfermedades infecciosas. Sus cifras hablan por sí solas: más de 660 cursos impartidos, 56 tesis dirigidas y un catálogo que incluye 55 artículos científicos, 12 capítulos de libro y siete obras de divulgación.

Este trabajo fue reconocido a nivel nacional en agosto, cuando Cedillo obtuvo el nivel II del SNII, un ascenso reservado para perfiles con aportes sostenidos a la ciencia y a la formación de nuevos investigadores.

En paralelo, la BUAP vivió uno de sus procesos internos más relevantes. Con 175 de los 223 votos sectoriales del Consejo Universitario y más de 41 mil sufragios en consulta, Cedillo aseguró su segundo periodo al frente de la institución.

El respaldo llegó acompañado de un reto que la rectora decidió asumir: avanzar hacia el objetivo de “rechazo cero”, una propuesta respaldada por el gobierno estatal que implica ampliar la matrícula, abrir nuevos turnos y recibir a más aspirantes sin sacrificar la calidad académica.

La rectora ha insistido en que el proyecto requiere crecimiento académico y mejoras laborales, pero destacó que 40 por ciento del profesorado obtuvo mejores condiciones mediante estímulos, definitividad y recategorizaciones.

A ello se suma que, con Cedillo al frente de la BUAP, la universidad amplió sus lactarios, actualizó protocolos de atención a la violencia de género e incrementó el número de docentes que reciben bono por hora clase.

Los lazos institucionales también se fortalecieron. Durante el año, Cedillo encabezó la entrega de tarjetas de la Beca Universal de Educación Media Superior “Benito Juárez”, en coordinación con autoridades educativas federales y estatales.

La BUAP celebró además la trayectoria de 678 trabajadores, reconocidos por años de servicio, algunos con más de cinco décadas dedicadas a la institución.

En el ámbito deportivo, Cedillo impulsó a una delegación que logró una participación histórica en la Universiada Nacional 2025, con 103 medallas (22 de oro, 38 de plata y 43 de bronce), acompañadas de apoyos económicos y estímulos para los atletas.

El reconocimiento a su gestión trascendió fronteras. Este año fue nombrada vicepresidenta para la región México de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe (UDUALC), cargo que la integra a una mesa de trabajo con instituciones de educación superior de 22 países.

En materia de infraestructura, la rectora encabezó el inicio de la segunda fase de Ciudad Universitaria II, un proyecto impulsado desde sus primeros meses de gestión. Esta etapa contempla 10 nuevos edificios, de los cuales los primeros cuatro ya se encuentran en construcción, incluyendo inmuebles de multiaulas y laboratorios para áreas como Electrónica, Ciencias Químicas, Ingenierías, Geología y Cómputo.

Antes de llegar a la rectoría, Cedillo fue directora del Instituto de Ciencias, vicerrectora de Extensión y Difusión de la Cultura y titular del Centro de Detección Biomolecular. Además, es la primera mujer en ocupar la rectoría en más de cuatro siglos de historia universitaria.

Lilia Cedillo lleva cuatro décadas recorriendo ese camino con una constancia poco común. Microbióloga formada en el IPN, con maestría, doctorado y posdoctorado en Estados Unidos, pudo haber optado por la comodidad de la ciencia pura. Eligió, en cambio, la universidad pública.

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