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domingo, noviembre 24, 2024

La Udlap y la cruzada del Yunque

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La derecha confesional poblana pretendió adjudicarse como un triunfo suyo la reapertura del campus de la Universidad de las Américas Puebla (Udlap), pero no deja de ser emblemático que la concentración del pasado viernes para festejar la “victoria” sirviera también para que los Santos Barones del Yunque abrieran sus cartas en el ajedrez político de la entidad poblana y sus influencias en el entorno nacional. 

El Yunque, quedó muy claro, convirtió la lucha de la casa de estudios cholulteca en una cruzada en defensa de sus propios intereses. Nunca les interesaron los alumnos ni los padres de familia, lo que les preocupaba era su pellejo. Si el gobierno del estado, encabezado por Miguel Barbosa Huerta, era capaz de cimbrar a un patronato como el de la Fundación Mary Street Jenkins, cualquiera de los gerentes de cámaras empresariales y hasta el patronato de la UPAEP estaban en riesgo. 

Así pues, era necesario cerrar filas y respaldar a como diera lugar a la familia Jenkins de Landa. Fue ahí que la derecha confesional demostró que está muy lejos del poder que se imaginaron tener, pues ni con el Consejo Coordinador Empresarial, la Coparmex, la UPAEP, la Iberoamericana, la Anáhuac y la Madero lograron generar un movimiento social que pusiera en riesgo la gobernabilidad del estado. 

Por el contrario, las protestas de los “empresarios” se redujeron a gritonizas y bochornosos espectáculos que confirmaron su pequeño nivel en la discusión pública. Las casas de estudios también confesionales jugaron a que eran críticas, pero sus posturas fueron solo un llamado a misa; mientras que los “ideólogos” no pudieron penetrar más allá de un círculo en el que convergen las familias a las que siempre les han hablado. 

Ante esa situación tuvieron que valerse del PAN, sus diputados locales y federales, la dirigencia estatal y demás oportunistas que se sumaron a un intento, también fallido, por explotar políticamente el conflicto. En primera fila, por ejemplo, estuvo Mónica Rodríguez Della Vecchia, integrante de la familia Rodríguez Regordosa, el ícono actual de la rancia derecha poblana.  

Cerrar filas alrededor de los Jenkins de Landa y poner a su disposición todo el aparato de la derecha poblana, era crucial ante el inminente riesgo de que todos cayeran en cascada. Pero ese movimiento fue capitalizado muy bien por varios sectores, entre ellos la UPAEP. 

(Tampoco es circunstancial que el “festejo” del pasado viernes pareciera más una celebración de esa institución que de la propia Udlap). 

Sirvió, además, para que la familia Rodríguez Regordosa fuera entronizada por el Yunque como su nuevo clan para la interlocución, en particular Herberto Rodríguez Regordosa, funcionario de la UPAEP y dirigente del Centro de Empresarios por Puebla -un ente para-empresarial que tiene como integrantes a los más importantes cabecillas de todas las cámaras que agrupan al CCE-.  

Fue el hijo de Herberto Rodríguez Concha -expresidente de la Junta de Mejoramiento Cívico, Moral y Material de Puebla- y Nineta Regordosa Valenciana -actual patrona de la UPAEP- el responsable que operar el intento de embestida en contra el gobierno del estado desde los “empresarios” y Acción Nacional.  

Pero tampoco se necesita ser un genio o estratega político para sumar adeptos. La convocatoria tuvo buena recepción por una sola cosa: Los panistas que se subieron al oportunismo político no tenían nada que perder, incluso podían mostrarse críticos y, al final, llegará el día en que cobren sus dividendos por el apoyo demostrado. 

¿El embate coordinado por Herberto Rodríguez causó los efectos deseados? No, pero sí le permitió quedar muy bien entre las familias de la derecha confesional. De esta manera, los Rodríguez Regordosa están en busca de los privilegios perdidos, en busca de cubrir los espacios en el PAN y dejar de lado, de una vez por todas, a Eduardo Rivera Pérez, quien quedó atrapado en medio de sus propios conflictos por timorato.  

La derecha poblana pretende inflar el conflicto en la Udlap y afirmar que es su triunfo porque desde hace mucho tiempo dejaron de ser una opción real para el electorado. Bien o mal, lograron reaglutinar a diferentes sectores y ahora cuentan con una jugosa y obscena bolsa de recursos por parte de la familia Jenkins (¿O acaso pensaron que no cobrarían caro el apoyo?) para lo que se requiera en 2024. 

El problema es que la estrategia de la derecha confesional exhibió sus debilidades. Por ejemplo, que el CCE es un organismo de membrete; que la Coparmex es un cadáver que vaga por las calles sin saber que está muerto; los emisarios del PAN no pudieron atraer reflectores políticos o sociales adicionales. Vaya, ni la Cámara de Diputados federal tuvo el eco suficiente pese a que Ana Teresa Aranda, un auténtico cartucho quemado del albiazul, los llevó, los placeó y hasta les puso micrófonos. 

La raíz de esta fallida respuesta no sólo es que el PAN es un partido moralmente derrotado, sino que ahora están apostado por defender a presuntos criminales con el objetivo de sacar raja política.  

No deja de ser revelador que mientras la derecha confesional poblana pretendió adjudicarse un triunfo con la reapertura del campus, en uno de los monitores instalados en el campus durante “el festejo” apareció Margarita Jenkins de Landa, quien desde la clandestinidad grabó un mensaje para todos los allí reunidos.  

¿Por qué no acudió al “festejo”? Porque tiene una orden de aprehensión por los delitos de lavado de dinero, fraude y crimen organizado a raíz del desfalco de casi 730 millones de dólares al patrimonio de la Fundación Mary Street Jenkins. 

A pesar de que los Santos Barones del Yunque pretendan, una y otra vez, hacer creer que hay una persecución, la realidad se impone: el conflicto de la Udlap tiene su origen en el desfalco de la Fundación Jenkins. Resolver el primero implica sancionar el segundo. La ecuación es sencilla. 

Mientras la derecha confesional pretende hacer creer que hubo un triunfo inexistente, sigue sin entender la parte medular: la disputa por los patronatos de la Fundación Udlap y la Fundación Jenkins son una cosa y los procesos penales por el desfalco van por otro carril. Los jueces han recibido robustas carpetas de investigación sobre el modus operandi y las pruebas para sancionar a todos los involucrados. 

No hay persecución ni venganza. Nadie se puede vengar de quien no te ha agraviado. Los Jenkins están bajo sospecha de cometer varios delitos y es necesaria la aplicación de la ley sin violar su presunción de inocencia, pero en estos momentos su calidad es de prófugos de la justicia.  

Otro punto que la derecha ramplona tampoco ha entendido es que están frente a un mandatario que ni les teme ni les rehúye. Miguel Barbosa Huerta viene de décadas de coexistir con la élite nacional tanto política como empresarial.  

Los yunquistas no entienden cómo es que un gobernador sea capaz de meterse con ellos, que manche su plumaje y los exhiba en su condición de bribones. Lo que olvidan es que el gobernador ha pasado por mesas de negociación con auténticos tiburones de la economía y sectores financieros, por lo que gerentes de la talla de los actuales bribones del CCE solo son un accidente en su carrera política.  

Mientras el Yunque tiembla de miedo porque el próximo paso puede ser en su contra, Miguel Barbosa sigue haciendo lo suyo: metiendo orden y disfrutando el poder.  

¿Acaso la derecha confesional no ha entendido que está en una guerra imposible de ganar? 

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