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jueves, noviembre 21, 2024

Falsos paternalismos

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La Corte de Justicia de la Nación, estudia un proyecto para “defender a las audiencias”. Esta iniciativa es considerada por muchos como un retroceso, una falta de respeto a la inteligencia innata de los mexicanos y las mexicanas, y una abierta censura a la creatividad y la capacidad de decisión porque incluiría que, en cada programa que oigamos, veamos o participemos tengamos un “defensor de audiencia” designado por el gobierno que también aprobaría los códigos de ética de cada medio de comunicación. 

Eso hace muchísimos años lo hacía el sacerdote de cada pueblo para alejarnos del pecado. Ahora no es sugerible, porque no habría suficientes párrocos, están escasos. También lo hicieron censores del gobierno en épocas, afortunadamente, ya rebasadas de control gubernamental en todo.   

Nuestros tiempos son diferentes a los de antes que consideraban minusválidos mentales a los que oían, veían y participaban de programas en los medios de comunicación, el cine o el teatro, y que argumentaban que éramos incapaces de decidir por nosotros mismos, de discriminar, diferenciar y decidir.  

Vivimos una sociedad diferente que reclama diferentes ejercicios de nuestras libertades.   

Estoy de acuerdo que nuestra convivencia es ciertamente confusa y contradictoria con los valores de nuestros abuelos.  Estoy de acuerdo que ahora se prefieren nuevos espacios para el ejercicio de los valores y nuevos contenidos. Estoy de acuerdo que vivimos en libertinajes, pero también estemos de acuerdo en que así es la sociedad líquida, incierta, fugaz y superficial a la que la globalidad y la disrupción tecnológica nos han condenado. 

Vivimos tiempos diferentes. La despenalización del aborto, el matrimonio entre iguales, el reconocimiento a la equidad de género, la inclusión, y la no discriminación de preferencias sexuales, religiones o ideas políticas nos someten también a nuevos valores de respeto y convivencia que algunos podrían no entender o justificar, pero todos sí pueden acatar.   

Revisar el papel del gobierno en estas transformaciones, cuyas decisiones son la de liberar ataduras sicológicas y sociales antiguas para permitir reivindicaciones de algunos grupos, nos lleva necesariamente a rechazar falsos paternalismos que ninguno solicita, y que sería contradictorio a una transformación que substituye ideas e instituciones como su principio fundamental. 

Para evitar abusos y omisiones en los productores de contenidos para los medios de comunicación masiva o las redes sociales, es mejor la educación y la cultura. Apoyar a todos en la construcción de un criterio propio para decidir lo que ve, oye o en lo que participa. Pero nunca limitar o censurar; siempre será mejor el uso ilimitado de la libertad, sobre todo ahora que los nuevos medios de comunicación por el celular, la computadora o la tablet permiten totales libertades, aunque a veces pueden incomodarnos.  Siempre será mejor la libertad que la censura, abierta o disimulada. 

Hay temas en los cuales las instituciones de gobierno deben consultar y no imponer. Y en el uso de nuestras libertades, sólo deben respetar, incluir y ampliar. 

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