Todo empezó a las 14:58 horas de este lunes 21 de febrero.
Vía Twitter, solté estas líneas que anunciaban el aparente principio del fin de un conflicto que ya llevaba 237 días.
“¡Paren prensas! Cecilia Anaya, rectora interina de la #UDLAP, se presentó hoy en el Juzgado Civil de Cholula, a cargo de la jueza Magda Reyes, para anunciar que finalmente acepta recibir las instalaciones de la universidad para reanudar las clases en el menor tiempo posible”.
Casi cinco horas después —a las 19:41—, el auto proclamado vocero de la Fundación Mary Street Jenkins, el locutor Enrique Rodríguez, confirmó mi dicho en tres tuits:
1. “Extra!! La @Fund_MSJenkins a través de mi conducto confirma la presencia de la Rectora en un juzgado local de Cholula para acordar el mecanismo de entrega de la @udlap Esto no significa reconocer legitimidad a los #espurios El bien superior es el regreso a la normalidad!”.
2. “Se deberá entregar el campus totalmente liberado y sin presencia policiaca para que el patronato que encabeza Margarita Jenkins de Landa lo reciba y se entregue el recinto a la Rectora Cecilia Anaya. Hacemos votos para que se cumpla la suspensión definitiva que nos favorece.”
3. “Ya Mañana podría ser un gran día! Trabajamos y mostramos disposición para ello!”.
Luego, en respuesta a mi columna sobre este tema, escribió:
“Soy vocero de la @Fund_MSJenkins Gracias por reproducir la noticia y esperemos que mañana sea un gran día para que la @udlap regrese a la normalidad!”.
Para entonces sus ridículos bots (hay algunos que tienen un solo seguidor), ya habían arremetido en mi contra, negando lo que había anunciado.
De inmediato le aclaré algunas imprecisiones:
“No. Usted confirmó mi versión. Yo no reproduje ‘la noticia’. Además, ya no existe la ‘suspensión definitiva’. El juicio de amparo se sobreseyó. ¿Sabe lo que es eso? ‘Terminar un proceso por considerar evidente la irresponsabilidad del inculpado o por falta de pruebas’”.
En un segundo tuit, pegué dos documentos que daban fe de mi dicho.
Y agregué:
“La rectora no fue a ‘acordar el mecanismo de entrega de la @udlap’. Más bien: fue a desdecirse de lo que dijo hace unos días. Es decir: reculó.
“campus no le será entregado a la señora Jenkins de Landa sino al nuevo patronato. Ahora queda claro por qué han perdido todos los procedimientos. Con estos asesores y voceros la Udlap está en un hoyo jurídico”.
Minutos después —ya que sus bots hacían su agosto con mensajes llenos de faltas de ortografía—, el vocero me rebatió ya en franco tuteo:
“Estás mal informado. 1) El reportero o quien reproduce la noticia no es más importante que la información misma. Se llama oficio periodístico 2) Hay una Suspensión Definitiva de Amparo VIGENTE con efectos restitutorios y viene otra! Que el ego no te nuble! Saludos! #UDLAPLibre Ya”.
Y segundos después, obnubilado, escupió:
“Ya entendí quién está detrás de ti! ESO TE DIBUJA DE CUERPO ENTERO! La Rectora mostró disposición para privilegiar el bien superior! Necesitarías un curso básico de derecho, hay una suspensión definitiva de amparo que trasciende al fuero local”.
Le receté dos tuits más en los que expuse sus lagunas jurídicas y gramaticales.
Ya no respondió.
O sí lo hizo, una hora después, pero sin arrobarme.
Y subió una foto mía —Con la leyenda “ya apareció el peine”— en la que aparezco junto al gobernador Miguel Barbosa el día de la presentación del periódico Hipócrita Lector.
Mi respuesta fue ésta:
“No, querido vocero: el peine es éste. Y qué peine. Es todo un cepillo. Qué guardadito te lo tenías. Eres toda una fichita. ¿Lo saben en la @Udlap? #UDLAPSecuestrada #UDLAPLibre #UDLAP?
“Te involucran en un tema de acoso sexual y cierto polvo blanco. Uf”.
Y agregué la liga de un reportaje de la revista Proceso —cliente favorito de los Jenkins y el vocero—, en la que se daba cuenta de un escándalo que tenía a Enrique Rodríguez como protagonista y que culminó con su salida de la dirección del Canal Judicial.
Minutos después, Proceso borró el reportaje seguramente por presiones de este personaje.
Qué fichita, señores, qué fichita.