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domingo, noviembre 24, 2024

Metafísica del racismo y el clasismo (Dios, Patria y Yunque)

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Tuve acceso a varios fragmentos de una serie denominada “Historias de Puebla”, cuya trama está centrada en la organización ultraderechista denominada El Yunque.

El capítulo 1 habla de los orígenes oscuros de esta organización fundada en Puebla y metida de lleno en el ayuntamiento que encabezó Eduardo Rivera Pérez, así como en la campaña de éste.

El capítulo 2 se llama “El precio del silencio”, y aborda los acosos sexuales que se han dado en el ayuntamiento de Puebla, mismos que han sido silenciados para proteger a sus empleados.

Lo interesante está en el capítulo 3, una vez que ahí aparece la supuesta ceremonia de iniciación de Rivera Pérez, misma que fue realizada, en sesión ordinaria, el 17 de abril de 2007.

Dicho fragmento aparece en blanco y negro, y en el primer plano se encuentran varias personas —todas luciendo camisa blanca y corbata—, entre ellos —de espaldas— quien supuestamente es el candidato del PRIAN a a la gubernatura.

Frente a él, el líder que encabeza la ceremonia —cuyo rostro aparece difuminado— le dice al iniciado:

“¿Aceptas ser llamado a la providencia y te integras a ella?”.

El supuesto Lalo responde con un tímido sí.

—¡Dilo como hombre, como caballero cristiano! —exige la voz del líder.

—¡Sí, sí acepto! —responde.

Antes de esto, el líder ordena:

“Rodríguez, vaya por el elegido”.

(A Rodríguez también le encargan, en otro momento, “repartir el brindis”).

Una vez presentado nuestro personaje, el líder puntualiza:

“Tú no elegiste venir aquí, tú has sido elegido. Y a partir de hoy formarás parte de una casta de elegidos. Nuestra lucha es la de los Cruzados, la de los Cristeros, y la de muchos otros caballeros cristianos que a lo largo de la historia se han organizado para consagrar sus vidas a instaurar el reinado de Cristo en la tierra”.

Más adelante, pasa a definir al Yunque:

“Es una organización cívico-política abocada a preparar a una aristocracia del espíritu que debe conducir y gobernar a México y a Hispanoamérica, según los dictados evangélicos. Somos una milicia. Nuestra lucha exige primordialidad, reserva y disciplina”.

En otras palabras, el líder señala que los integrantes del Yunque deben poner a la organización por encima de sus deberes laborales y familiares.

El líder abunda:

“La naturaleza de la lucha y la perversidad de los enemigos de Dios y de la Patria hacen necesaria la reserva. Muchos compañeros han muerto a manos del enemigo. Las posiciones desde las que opera la organización no deben ser conocidas por sus adversarios”.

En medio de un silencio abrumador, el líder se dirige directamente a quien supuestamente es el hoy candidato del PRIAN:

“Tú, Eduardo Rivera Pérez, se te asigna en esta ceremonia el seudónimo de ‘El eterno príncipe’, y deberás dirigirte a tus compañeros y hermanos de lucha por sus seudónimos.

Tras una admonición del líder —“Recuerda siempre que el poder y la autoridad vienen de lo alto y que el que obedece no se equivoca”—, el supuesto Lalo jura ante un crucifijo.

Las semejanzas entre este rito de iniciación con los de otras sectas extravagantes —como en su momento lo fue el Ku Klux Klan— son perturbadoras.

El final es previsible.

Al iniciado se le recuerda que el fin último del Yunque es “instaurar el reino de Cristo en la Tierra”.

Y también en México.

Faltaba más.

Hay también analogías con la Falange española —partido fascista creado por José Antonio Primo de Rivera.

Vea el lector este final con pandereta: “¡Compañeros y hermanos de Lucha, estad firmes!”.

A coro, responden los presentes: “¡Sta firmus ut incus percussa!”.

El líder da tres golpes en la mesa, y grita: “¡Dios! ¡Patria! ¡Yunque!”.

Únicamente faltó el brazo extendido al estilo nazi.

Debido a que quien esto escribe sólo tuvo acceso a algunos fragmentos es que desde el principio de esta columna se habla del “supuesto Lalo”.

Lo que sí queda claro es que Rivera Pérez forma parte del Yunque desde hace varios años y que goza de la cabal confianza de los santos varones que encabezan la organización.

(Es su hijo más amado).

Ahora se entiende que en un mitin en Xicotepec de Juárez haya definido a los morenistas como “morenacos”.

Cómo no hacerlo si su líder supuestamente lo metió en la bolsa de la “aristocracia del espíritu”.

Y desde esa posición, faltaba más, el racismo y el clasismo son panes cotidianos.

También se entiende que Lalo actúe en ocasiones como milico, una vez que el Yunque se autodenomina “milicia”.

Hay unas frases perturbadoras en el discurso del líder: ésas que tienen que ver con que los integrantes del Yunque deben poner a la organización por encima de sus deberes laborales y familiares.

Es decir: en el imposible escenario de que ganase la gubernatura, el gobernador de Puebla tendría por encima no a la Constitución y al pueblo, sino a sus jefes y a la organización del Yunque entera.

Ufff.

Suena divertido —oh, sí—, pero sería espantoso que un grupo de fanáticos gobernara el estado —como ha sido la constante en el ayuntamiento de Puebla durante los periodos de Eduardo Rivera.

“¡Sta firmus ut incus percussa!”.

¡Hínquense, desgraciados!

 

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