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jueves, noviembre 21, 2024

De estafadores y otras cosas

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He visto el documental de Netflix El estafador de Tinder, sin duda un ejemplo magnífico de que todos los seres humanos tienen ganas de creer, pero también el ejemplo de que no todo lo que brilla es oro. 

Al principio del documental, cuando las mujeres empoderadas, bonitas, independientes e inteligentes se dejan llevar por un hombre de mundo, me preguntaba si eran lo suficientemente inteligentes como para hacer una búsqueda en la web. En efecto, Simon Leviev logró establecer toda una red que permitió que hasta la mujer más brillante perdiera grandes sumas de dinero por confiar. 

Pero qué pasa con la gente que a menudo se ve defraudada, cómo es que logran confiar, por qué la esperanza en las personas los hace cometer acciones increíbles. Estas preguntas no tienen una respuesta lógica. Lo cierto es que en México, día a día cientos de personas son engañadas por medios piramidales de ingresos o ganancias fáciles.  

Desde luego el estafador de Tinder es un caso excepcional porque utiliza el dinero de alguna defraudada para convencer a una nueva víctima: viajes caros, restaurantes costosos, y páginas de revistas e información en la web, que hasta la mujer más inteligente podría ser víctima. 

Con cada parte de la historia que pasaban en el documental yo me quedaba atónita con los hechos; me preguntaba cómo es que una mujer puede conseguir miles de libras esterlinas, tomar una maleta y viajar a hacer la entrega cual vil delincuente, sin siquiera dudarlo por un minuto. Me pregunté varias veces de las famosas red flags que tanto nos anuncian en Tik Tok; dónde quedaron las clásicas “amiga date cuenta” y, peor aún, no hubo nadie de la familia que le dijera que si prestar dinero a un conocido tiene un riesgo de no volverlo a ver, prestar dinero a un desconocido, por muy rico que sea, es más difícil volverlo a ver. 

Otra cuestión que sale de mi lógica es la idea de endeudarme por alguien más; estas mujeres que no tenían ingresos altos, tomaron riesgosas deudas para ayudar a un enamorado. Tal vez soy muy incrédula, pero yo no me endeudaría por nadie a menos que fuera por enfermedad y de alguien que, aunque sé que el dinero no regrese, es por una buena causa.  Peor aún, cómo es posible que estas mujeres no se alertaron cuando al poco tiempo de conocer a Simón Leviev creyeron cada palabra y soltaron dinero así sin más. Nadie te pide dinero prestado al poco tiempo de conocerte, a menos que su intención desde el inicio sea la de estafarte. 

Hay mucho sobre este documental que me deja pensando en el gran vacío que sienten los seres humanos para actuar irracionalmente ante situaciones como ésta. Mientras tanto, yo sigo reflexionando en la máxima que alguna vez un amigo me dijo: “No prestes nada que no estés dispuesto a perder”.  

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