La Revolución Mexicana, fue un acontecimiento decisivo que transformó profundamente la vida política, social y económica de México. A partir de este movimiento surgieron reformas esenciales como la redistribución de las tierras.
Uno de los lideres revolucionaros más influyentes fue Emiliano Zapata, quien defendió la restitución de tierras a los pueblos y la justicia agraria. Su lema “Tierra y Libertad” se volvió símbolo de la lucha campesina.
Hoy que conmemoramos un aniversario más del inició de la Revolución Mexicana, me pregunto ¿Qué pensaría Zapata sobre las condiciones actuales de los campesinos mexicanos? ¿Estaría satisfecho con los resultados de su lucha? Lo dudo mucho.
En México, el campo ha sido por décadas un motor silencioso de la economía nacional, nos provee de alimento y las agroindustrias son el sustento de millones de familias, pese a su importancia estratégica, sigue sumido en un rezago que se refleja en bajos ingresos, falta de infraestructura y escasa tecnificación. Sin embargo, el problema más grave que actualmente aqueja a nuestros campesinos, es sin duda, la violencia y Michoacán es un claro ejemplo de ello.
En efecto, el campo michoacano, reconocido por su producción de aguacate, limón, berries y maíz, vive hoy una crisis profunda donde la inseguridad afecta desde la siembra hasta la comercialización. Agricultores de diversas zonas, denuncian que los grupos criminales han impuesto sistemas de “cobro de piso”, cuotas por hectárea cultivada y pagos para permitir la movilización de mercancías.
Estas extorsiones, muchas veces acompañadas de amenazas o violencia directa, han obligado a productores pequeños y medianos a abandonar sus tierras, reducir sus cosechas o endeudarse para cubrir las cuotas.
Asimismo, el transporte de mercancías se ha vuelto uno de los eslabones más riesgosos. Las carreteras que conectan los principales centros agrícolas con las zonas de distribución son escenario frecuente de robos, quemas de vehículos y bloqueos.
A pesar de este terrible panorama la esperanza sigue viva muchas comunidades, cooperativas y asociaciones agrícolas se han organizado pacíficamente para protegerse. Además, recientemente el Gobierno Federal, presentó el “Plan Michoacán por la Paz y la Justicia” una estrategia que busca la seguridad en el estado a través de acciones e inversión en seguridad.
Creo que si hoy Zapata pudiera darles un mensaje de aliento a los campesinos michoacanos y de todo el país, sus palabras serían más o menos así:
Me duele saber que, a pesar del tiempo transcurrido, el campo sigue siendo herido por la violencia, el abandono y la injusticia, hoy escucho que viven con miedo, acosados por quienes buscan adueñarse de lo que siempre ha sido del pueblo.
Antes eran los hacendados y ahora son grupos armados, cambiaron los nombres, pero no los abusos. Hoy les digo desde la memoria viva de nuestra tierra, esa que nunca olvida los ideales por los que luchamos, que cuando el campesino se une, es raíz firme que no se arranca. La fuerza del pueblo nace cuando camina unido.
El campo no puede vivir con miedo, la tierra no puede dar fruto si quienes la trabajan viven bajo amenaza. México no será justo mientras sus comunidades rurales sigan siendo despojadas, obligadas a callar o a huir. Es deber de la nación proteger a quienes la alimentan y sostienen su historia.
Les digo con la misma convicción revolucionaria, que la dignidad no se negocia, la tierra, la vida y la libertad siguen siendo derechos sagrados. No permitan que la desesperanza los doblegue. Uso mi voz para recordarle a México que el campo es el corazón que lo sostiene y, mientras ese corazón siga amenazado, la patria entera seguirá en deuda.

