En las postrimerías de la era digital actual, antes de que la Inteligencia Artificial termine por anularnos, las redes sociales se han convertido en una fuerza omnipresente que moldea no solo nuestras interacciones sociales, sino también nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. Sin embargo, este fenómeno no está exento de controversia y debate, especialmente en lo que respecta a la adicción y el abuso de estas plataformas.
Desde una perspectiva neurológica, el uso excesivo de las redes sociales puede tener efectos similares a los de las drogas, activando los mismos circuitos cerebrales asociados con la gratificación y la recompensa. Esta respuesta neuroquímica puede llevar a un comportamiento adictivo, donde los usuarios buscan constantemente la validación y la estimulación que proporcionan las redes sociales, incluso a expensas de su bienestar físico y emocional. Vivimos en la era de la dopamina instantánea y los efectos del síndrome de abstinencia de no tener suficiente de esta droga autogenerada por nuestros cuerpos.
Psicológicamente, las redes sociales pueden ser una fuente de ansiedad, depresión y baja autoestima, especialmente entre los adolescentes. La constante comparación con los demás, influenciada por la representación idealizada de la vida en línea, puede generar un sentido de insatisfacción y desconexión con la realidad.
A pesar de esto, también es importante reconocer el potencial positivo de las redes sociales en la conectividad y la creación de comunidades. La cantidad de suicidios adolescentes producidos por las redes y su odiosa comparación perpetua es más que alarmante.
Un ejemplo conspicuo de estas paradojas es Tik Tok, la plataforma de videos cortos que ha ganado una inmensa popularidad entre los jóvenes. Si bien Tik Tok ha sido criticada por su potencial adictivo y su impacto en la salud mental de los usuarios, también ha sido el escenario de expresión creativa y empoderamiento para comunidades específicas, como la comunidad sorda que ha encontrado en la plataforma un espacio para difundir el lenguaje de señas y conectar con otros de manera significativa. Si acaso termina siendo prohibida en Estados Unidos (algo que dudo) será sustituida por una red similar, solo que con dueños norteamericanos. Además de Tik Tok, otras redes sociales como Instagram y Facebook han sido objeto de críticas similares. La cultura de la imagen promovida por Instagram ha sido asociada con problemas de imagen corporal y autoestima, especialmente entre los jóvenes que comparan sus vidas con las representaciones idealizadas en la plataforma.
Por otro lado, Facebook ha sido criticada por su impacto en la polarización política y la difusión de desinformación.
En el ámbito legal, la regulación de las redes sociales plantea importantes desafíos, especialmente en lo que respecta a la libertad de expresión. La posible suspensión de Tik Tok en Estados Unidos ha generado un debate sobre los límites de la libertad de expresión en línea y la responsabilidad de las plataformas en la difusión de contenido perjudicial. El futuro de la red china está por verse, aunque cuelgue de un hilo en estos momentos en los que el congreso ha ya pasado una ley prohibiéndola si no consigue separarse de su origen chino.
En última instancia, el problema de las redes sociales y la adicción es un reflejo de las complejidades de nuestra sociedad digital. Es imperativo, por supuesto, reconocer los riesgos y desafíos que plantean estas plataformas, pero también es fundamental valorar su potencial para fomentar la conexión, la creatividad y el cambio social positivo. La clave está en encontrar un equilibrio entre el uso consciente y responsable de las redes sociales y el disfrute de sus beneficios sin caer en sus trampas. Ser ludita en estos momentos es absurdo.
Todos somos, de una u otra manera, cyborgs ya.
En México, el impacto de las redes en la sociedad ha sido especialmente notable, con casos que ilustran tanto los beneficios como los peligros de estas plataformas. Uno de los ejemplos más destacados es el caso de las “influencers” que han enfrentado problemas legales. En 2020, la influencer Yoseline Hoffman, conocida como YosStop, fue detenida y acusada de pornografía infantil después de compartir un video en el que se burlaba de una joven que había sido víctima de abuso sexual. Este caso generó un debate sobre la responsabilidad de los influencers en línea y el impacto de sus acciones en la sociedad.
Otro ejemplo es el caso de la influencer Renata Vaca, quien fue asesinada en 2019 en Ciudad Juárez. Vaca era conocida por su activismo en redes sociales y su lucha contra la violencia de género. Su muerte puso de manifiesto los riesgos que enfrentan los influencers que utilizan su plataforma para abordar temas controvertidos y sensibles.
Estos casos muestran un botón de lacomplejidad de las redes sociales y su impacto en la sociedad mexicana. Si bien estas plataformas ofrecen una plataforma para la expresión y la conexión, también pueden ser un terreno fértil para el abuso y la violencia. Es crucial abordar estos problemas de manera integral, promoviendo un uso responsable de las redes sociales y fomentando la educación digital en la sociedad. Solo así podremos aprovechar al máximo los beneficios de las redes sociales mientras mitigamos sus impactos negativos en nuestra sociedad. De hecho, proliferan ya los cursos de lo que se llama ciudadanía digital, que implica la responsabilidad de su uso.
El avance de la inteligencia artificial en las redes sociales plantea desafíos éticos y sociales de gran envergadura. Uno de los temas más preocupantes es la proliferación de contenidos falsos y la manipulación de la información. Con algoritmos cada vez más sofisticados, es posible crear y difundir noticias falsas, desinformación y discursos de odio de manera masiva, lo que socava la confianza en las instituciones y pone en riesgo la democracia misma. Incluso con imágenes que no son reales, sino creadas por IA.
Además, la inteligencia artificial también ha sido utilizada de manera nefasta en la creación de contenido pornográfico falso. Se han documentado casos en los que rostros de adolescentes reales han sido superpuestos en imágenes y videos pornográficos, lo que plantea serias preocupaciones sobre el consentimiento, la privacidad y la explotación de menores. Este tipo de tecnología también podría ser utilizada para crear videos falsos de políticos y figuras públicas, lo que podría tener graves consecuencias en la esfera política y social.
Por otro lado, la inteligencia artificial también plantea preocupaciones sobre la sustitución de empleos. Con la automatización de tareas cada vez más complejas, es posible que muchos trabajos sean desplazados por algoritmos y robots, lo que podría generar una brecha aún mayor entre quienes tienen acceso a la tecnología y quienes no. Es crucial abordar estos problemas de manera urgente, promoviendo un uso ético y responsable de la inteligencia artificial en las redes sociales y garantizando que los beneficios de esta tecnología se distribuyan de manera justa y equitativa en la sociedad.
Para un nómada digital —nacido antes de laera de los nativos digitales— que ha buscado utilizar a su favor los beneficios de la tecnología, los riesgos no dejan de ser mayúsculos. Yo mismo, de pronto, quiero regresar a una hoja de papel y una pluma. Volver a cierta inocencia creativa donde solo mi imaginación y el objeto físico con el que me expreso sean esenciales. Para eso, me pregunto, ¿tendría hoy, como Robinson, que naufragar en una isla desierta?