Armar un montaje no es cosa fácil.
Eduardo Rivera, candidato a gobernador por el PRIAN, se está enterando de eso.
En cada entrevista agrega datos que a veces chocan entre sí.
En unas dice que el intento de atentado en su contra no incluyó el robo de artículos y artefactos a sus vecinas —quienes fueron golpeadas por sus agresores: cuatro personas, dos de las cuáles fueron detenidas horas después.
En otras, admite que hubo robo, pero que no se llevaron sus celulares ni sus computadoras.
La idea del atentado no apareció en su primer tuit.
Muchas horas después empezó a germinar y a madurar.
Pero este lunes la cosa se desbordó.
En entrevistas con medios nacionales, Rivera hizo lo que no hizo al principio: se tiró al piso abiertamente y dijo que iban por el.
El problema es que incurrió en diversas imprecisiones y hasta contrasentidos.
Rodolfo Ruiz, director de e-consulta y compadre suyo, es quien abrió el ostión de esta trama al referir en su columna del domingo que los delincuentes no iban tras el candidato del PRIAN.
Lo cito textualmente: “Rivera Pérez declaró que los delincuentes irrumpieron en el fraccionamiento preguntando por él, y fuentes del gobierno del estado sostienen que en realidad una de las vecinas le dijo a los maleantes que si no sabían que ahí vivía el expresidente municipal, a lo que uno de ellos respondió: aquí lo recibiremos con un plomazo en la cabeza”.
Esta aseveración deja en claro lo que el candidato no ha querido decir: que al ver allanada su casa, una de las vecinas dijo que en ese fraccionamiento vivía el alcalde de Puebla con licencia.
Y es evidente que lo dijo para que los ladrones se amedrentaran.
Lejos de eso, como dice Ruiz que le dijeron, uno de los delincuentes respondió: “aquí lo recibiremos con un plomazo en la cabeza”.
(Y ocurrió lo que ya sabemos: golpearon a sus víctimas, robaron y huyeron).
Aquí está el quid de la trama.
No fueron los integrantes de la banda quienes pusieron en la mesa a Eduardo Rivera sino las vecinas de éste.
Sin embargo, el candidato ya puso como centro de la trama esa frase: “aquí lo recibiremos con un plomazo en la cabeza”.
El montaje era perfecto salvo por la puntualización hecha por un compadre suyo, quien está muy lejos de querer perjudicarlo.
Ruiz y Rivera son muy amigos desde los años noventa.
En consecuencia: se hicieron compadres.
Cuando Rivera fue alcalde de Puebla por primera vez —de 2011 a 2014—, el periodista Ruiz lo asesoró los tres años a través de su empresa Contracorriente.
Dicha asesoría incluyó cursos a los regidores panistas y al equipo cercano para que no fueran envueltos por las preguntas de los reporteros maliciosos y supieran evadir escándalos mediáticos.
(Un curso así le está haciendo falta al compadre Rivera).
Así, pues, el hecho de que su compadre y amigo haya revelado cómo surgió la frase toral de la trama —“aquí lo recibiremos con un plomazo en la cabeza”— está muy lejos de ser parte de una campaña negra en su contra.
Yo sí le creo a Rodolfo Ruiz.