Los aduladores de Ricardo Salinas Pliego le dicen “tío”.

Él, en consecuencia, les dice “sobrinos”.

Todos hemos tenido un tío como él en el pasado reciente: hocicón, machista, misógino, vulgar, matón de barrio…

Cada quien tiene el tío que se merece.

Y los sobrinos de éste son, de alguna forma, como él.

¿Por qué lo admiran?

Porque es el clásico mexicano que se orina en la calle, que pone “diablitos” para evadir el pago de la energía eléctrica, que va a los burdeles a gastarse la quincena, que se sube al Metro a tocar nalgas, que humilla al mesero que atiende su mesa, que hace trampas en el golf, que piensa que las mujeres deben estar en la cocina…

Todos hemos tenido un tío violentador que dice cosas como “ya es cancha reglamentaria” (cuando una chica cumple dieciocho años de edad) o “ya alcanza el timbre”.

El problema es que los sobrinos de este tío (el “tío Richie”) han empezado a solidarizarse con él ante el gran fallo de la Suprema Corte que lo obligará a pagar algo así como 50 mil millones de pesos.

“Desde Puebla estamos contigo, tío”, le dice un sobrino solidario.

Patético.

“Todos somos el tío Richie”, dice otro.

¿En qué momento nos convertimos en esto?

Todos tuvimos un tío que le miraba el trasero a la mesera delante de su esposa (nuestra tía) y decía frases como “ay, mamita, ¿qué te dieron de chiquita?”.

Así, como él, es el tío que hoy acaba de perder ante la Corte.

Su única respuesta, hasta el momento, aparece en un tuit: “Hoy no se acaba, comienza 😎”.

Qué gracioso.

Pero más graciosos los sobrinos de este tío abusador que tendrá que pagar lo que no quiere pagar.

Ya quiero escuchar a los gritones de Televisión Azteca y a Paty Chapoy para ver cómo defenderán al abusador de la familia.

(Asquito).