A veces estamos ante un libro que renueva y provoca. Es el caso de Inmediatez o el estilo del capitalismo demasiado tardío, de Anna Kornbluh; una exploración crítica de las tendencias culturales y teóricas contemporáneas, caracterizadas por un sentido de urgencia y la erosión de experiencias mediadas. El texto profundiza en la prevalencia de la inmediatez en diversas formas culturales, criticando cómo las estéticas y enfoques teóricos actuales, especialmente la autoficción y la autoteoría, han adoptado un compromiso directo y no mediado con la realidad, a menudo a expensas de un análisis o crítica más profundos y estructurados.
Kornbluh critica la tendencia en particular de la autoficción, ejemplificada por obras como “Mi Lucha” de Karl Knausgard, por su enfoque en lo personal e inmediato, lo cual, argumenta, se da en detrimento de formas narrativas más amplias y estructuradas. Según Kornbluh, esta tendencia se alinea con la “gigificación” de la cultura, donde las historias personales se convierten en mercancías y se valora la inmediatez sobre la profundidad o el análisis. Extiende esta crítica a la teoría contemporánea, particularmente a la autoteoría, acusándola de diluir el discurso crítico al privilegiar la experiencia personal sobre el análisis colectivo, mediado o estructurado. Podríamos pensar también en el sobrevalorado Emmanuel Carrère.
El libro aborda también el impacto de la inmediatez en varios medios culturales, incluida la literatura y el contenido digital, enfatizando cómo este enfoque en el ahora y la experiencia directa se alinea con dinámicas capitalistas más amplias que valoran la velocidad, la transparencia y la disponibilidad. Kornbluh aboga por un retorno a formas de cultura y teoría más mediadas y reflexivas que prioricen la experiencia colectiva y la distancia crítica sobre la inmediatez individual. En eso se parece a Marc Fisher, el filósofo inglés, quien en Realismo Capitalista hablaba de la erosión del horizonte de futuridad que produce esa inmediatez o todo lo “retro” no solo como moda –pensemos en los hippsters– o estética, sino como nostalgia de una utopía finiquitada.
Kornbluh realiza crítica vital de las prácticas culturales y teóricas contemporáneas, instando a reconsiderar el valor de la mediación, la estructura y el compromiso colectivo frente a la inmediatez generalizada y no razonada o mediada. Es un libro esencial.
Algo similar ha visto Grace Byron en Los Angeles Review of Books, quien destaca la crítica de Kornbluh al autoteorismo como una manifestación de la inmediatez en la cultura contemporánea, argumentando que este enfoque erosiona el papel del intelectual público y la academia, privilegiando las narrativas personales y el mercado sobre el análisis crítico y la mediación. Hoy se privilegia más por ende el discurso identitario y se piensa que un intelectual solo puede hablar de su experiencia personal.
Kornbluh, según Byron, esquiva el uso de la primera persona, optando por una narrativa en tercera persona que aun así consigue ser incisiva y directa. Esta elección estilística refleja la preocupación de Kornbluh por la tendencia en la teoría contemporánea de alejarse de la interpretación hacia una sensibilidad más inmediata, que, aunque atractiva, puede oscurecer en lugar de esclarecer la comprensión teórica. Byron apunta que, aunque Kornbluh reconoce la importancia del cuerpo y la experiencia sensorial en la teoría, critica la tendencia a priorizar estos aspectos sobre el rigor argumentativo y la construcción de una crítica colectiva. De ahí que rompa con la primera persona que critica en la novela autoficcional o en la autocrítica contemporáneas.
Byron también señala la preocupación de Kornbluh por la “sobrevaloración” en el campo de la auto-teoría, donde la narrativa personal a menudo se considera un fin en sí mismo, sin un propósito político claro. A través de esta lente crítica, Kornbluh desafía la noción de que la inmediatez y la presencia pueden servir como sustitutos válidos del análisis estructurado y la crítica política, sugiriendo en cambio que se necesita una reevaluación de cómo se conceptualiza y practica la teoría en la era del capitalismo tardío.
Alexander Aerts en otra crítica al libro subraya cómo Kornbluh identifica la manifestación de la inmediatez en la literatura a través del auge de la autoficción, señalando específicamente el trabajo de Karl Ove Knausgard como un ejemplo clave de esta tendencia. Según Aerts, Kornbluh argumenta que la popularidad de narrativas como la de Knausgard, que priorizan la perspectiva de primera persona y presentan una estructura textual despojada, refleja un cambio cultural hacia la valorización de la narración inmediata y personal sobre las formas literarias más tradicionales y mediatizadas. Esta transformación, en opinión de Kornbluh, no solo afecta a la literatura, sino que también se extiende a otros medios, como el contenido de video en streaming, donde la inmediatez se convierte en la característica definitoria de la experiencia mediática.
Además, Aerts destaca la crítica de Kornbluh a la teoría contemporánea, en particular al auto-teorismo, por su énfasis en la eliminación de mediaciones en favor de una presencia y exposición hiperactivas. Kornbluh ve en el autoteorismo una tendencia preocupante hacia la antirepresentación y una focalización excesiva en el yo, lo que, según él socava las estrategias políticas necesarias para articular una subjetividad colectiva. Para Kornbluh, el compromiso con la inmediatez y la experiencia personal en la teoría contemporánea desvía la atención de la necesidad de una mediación crítica y de la construcción de teorías que aspiren a comprender y transformar la sociedad. Aerts resalta cómo Kornbluh llama a un retorno a enfoques teóricos que privilegien la distancia, la impersonalidad y las ideas amplias, en contraposición a la tendencia actual hacia la inmediatez y la autenticidad aparente pero casi siempre superficial e intrascendente.