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jueves, noviembre 21, 2024

Pleito entre amigos (El águila contra el buitre)

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Lo que estamos viendo es inédito: el poder político es desafiado por el poder económico frente a todos nosotros.

O: el poder político le pone una bota en el cogote al poder económico.

Ambos contendientes dicen que son amigos, y así lo expresan públicamente.

El presidente López Obrador le dice “amigo” a Ricardo Salinas Pliego, y viceversa.

Es decir: dos amigos se están golpeando a los ojos de todos sin perder las sonrisas.

¿Qué pelean estos amigos?

Dinero.

63 mil millones de pesos.

El presidente dice que ése es el monto de lo que Salinas Pliego le debe al fisco.

Éste, en tanto, dice que el SAT lo está extorsionando y que solamente va a pagar lo justo.

(¿Qué es lo justo? No ha dicho cuánto).

Llevan semanas picándose las costillas.

Salinas Pliego no lo agrede directamente.

(Tampoco el presidente a éste).

Digamos que es un conflicto que se resolverá —jura AMLO— antes de que concluya este gobierno: el 30 de septiembre próximo.

Salinas ya le echó al presidente su televisora con todo y gritones: Alatorre, Chapoy, Pedrito Sola.

El presidente ya puso a los titulares del SAT y de la Procuraduría Fiscal de la Federación a detallar no sólo el monto de la deuda, sino los recovecos y trampas jurídicas a las que ha recurrido el empresario para alargar el litigio.

En el camino hay algunas víctimas: Jesús Ramírez Cuevas (vocero presidencial), Jenaro Villamil (encargado de despacho del Sistema Público de radio y televisión), la senadora Citlali Hernández y el periodista Álvaro Delgado.

A todos ellos denigra diariamente Salinas Pliego a través de su Twitter.

A uno le llama “muerde almohadas”, a otro le dice “Alvarita”, a otro “baña gatos”, y “cenadora” a la senadora.

Con un tono vulgar, el empresario está metido en el callejón de los madrazos.

Todos los días comete los más diversos excesos que terminan por exhibirlo como homofóbico, clasista, racista y otras lindezas.

Qué emoción.

¿Quién ganará?

Yo supongo que el presidente López Obrador.

Antes de que concluya su periodo, el empresario tendría que irse a la cárcel.

(En caso de que se niegue a pagar).

Forbes jura que Salinas Pliego —el tercer hombre más rico de México— tiene 11 mil millones de dólares en su cartera.

Pagar 63 mil millones de pesos es para él una bicoca.

(Bicoca: cantidad ínfima de dinero).

Aquí el problema es que prefiere pagarles una fortuna a sus abogados antes que ceder frente a los “gobiernícolas”, como les llama a los integrantes de la 4T.

Técnicamente, esto es una guerra.

Y se da en pleno proceso electoral.

Salinas llama a votar —soterradamente— por Xóchitl Gálvez.

Y usa todos sus medios (gritones incluidos) para enviar ese mensaje.

El presidente dice que no odia a nadie y que no tiene enemigos.

También jura que perdona, pero no olvida: “lo mío no es el rencor”

Un río de sangre correrá al final de esta guerra.

Lo que estamos viendo es francamente inédito.

Nada que ver con Carlos Salinas de Gortari metiendo a la cárcel a Eduardo Legarreta, hermano del banquero Agustín Legorreta.

La imagen más cercana a esta trama es la del banquero Manuel Espinosa Yglesias dándole una bofetada al presidente López Portillo, al final de su gobierno, al grito de “cobarde”.

Antes de seis meses sabremos qué pasó.

Los amigos, ya se ve, no son tan amigos.

Más bien parecen enemigos.

“No es buena idea pelearse con el Águila”, solía decir Rafael Moreno Valle.

Ya se ve que no, aunque el atacante sea un buitre hecho y consumado.

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