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jueves, noviembre 21, 2024

Un colisionador del futuro, ¿sueños catedralicios?

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El primer acelerador de partículas de la historia, construido en 1929 por Ernst O. Lawrence, tenía un radio de apenas 11 centímetros. Hoy en día el anillo de CERN abarca 27 kilómetros.

Desde que la necesidad de indagar la estructura interna del átomo y de observar las partículas diminutas provenientes del cosmos obligó a construir artefactos de aceleración y detección gigantescos, se ha acusado a esta ciencia de grandiosidad y dispendio.

Para provocar nuevas críticas de los detractores, diversos grupos de cazadores de partículas subatómicas han propuesto seriamente el diseño y construcción de un nuevo acelerador, con un diámetro tres veces mayor e instalado en un túnel 200 metros bajo la tierra. El túnel actual desciende 100 metros bajo la superficie.

¿La causa? Según lo han explicado investigadores tanto de ATLAS como de ALICE, CMS y LHC-b, el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), en operación desde 2008, está llegando al final de su vida útil. Si bien se ha hecho un enorme e ingenioso esfuerzo por actualizarlo (véase la entrevista con Isabel Béjar Alonso en el número de enero del presente año), alcanzará  el límite en 2040; es probable que no ofrezca más descubrimientos, luego de haberse encontrado aquí el tan buscado bosón de Higgs y algunos otros logros, por ejemplo, entender mejor el comportamiento de los quarks.

Se requiere, pues, de una máquina aún más poderosa. El obstáculo, por ahora, es que su costo inicial es de 12 mil millones de euros. De ser aprobado este presupuesto, el FCC (Future Circular Collider, en inglés) iniciaría operaciones en una primera fase hacia 2047, haciendo chocar electrones; se piensa que en este momento se generarían muchos más bosones de Higgs, de manera que sería factible estudiarlos con mayor detalle.

La segunda fase debería comenzar hacia 2070, en la que se instalarían nuevos imanes (que no se han inventado aún) y se acelerarían protones, más pesados que los electrones, con la esperanza de encontrar una clase inédita de entidades subatómicas.

Se piensa que también podría develar las misteriosas fuerza y energía oscuras, o al menos empezar a tirar de sus hilos todavía invisibles para nosotros, aunque sabemos que están ahí por sus efectos en el universo.

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