Desde siempre, uno de los frentes de batalla más importantes que ha enfrentado el ser humano, es su capacidad para resolver sus propios problemas.
Es un ejercicio cotidiano que, a fuerza de su frecuencia, pareciera ser fácil de realizar. Pero, no lo es. Requiere experiencia, creatividad, valor y perseverancia.
La extensión de estas capacidades de lo individual a lo colectivo, a lo social, integra y multiplica las dificultades, los conflictos y las posibilidades. El interés colectivo no depende de la voluntad de una persona, ni de un grupo. Depende de todos.
La inteligencia social establece la necesidad de un liderazgo, pero lo compromete a la honestidad y a una particular modalidad de actuar, que depende de su capacidad de escuchar a los demás, entender sus necesidades y resolverlas, con la participación de todos, en un ejercicio que permita la innovación en los procesos y la distribución de sus productos.
La democracia se abre paso, en ese desafío, como una estrategia metodológica, que permite integrarse, intervenir, para definir lo más conveniente a todos y a cada uno de sus miembros, privilegiando inclusión, entendimiento, colaboración y armonía.
Las elecciones de autoridades y representantes populares, son, en ese sentido, la oportunidad válida para revisar si la democracia funciona, en el sentido que todos quieren, con libertad de definición y con igualdad para la acción.
Ahora que los poblanos estamos en este proceso, bien vale la pena, revisar sí, están las condiciones convenientes para ejercer ese derecho que, al mismo tiempo, es responsabilidad, juntos son, objetivos prioritarios, ineludibles.
Buscamos construir una inteligencia solucionadora de los viejos y los nuevos problemas que necesitamos resolver. Al mismo tiempo, una estrategia, particularmente válida, para este tiempo y circunstancia.
Alejandro Armenta ha propuesto una revisión y actualización del sistema democrático poblano. Esta estrategia es analizada, con la importancia que tiene en la búsqueda de condiciones que permitan a todos vivir mejor.
Propone integrar a todos y motivar que todos se integren en un ejercicio de creatividad que permita nuevas formas de resolver nuestros problemas individuales, familiares y colectivos.
Pensar y hacer que la democracia funcione mejor para los poblanos y las poblanas, no son tema de discurso. Tampoco de complicidades ni perversidades.
Armenta sugiere, como principio democratizador, buscar, encontrar y asegurar, para el largo plazo el bienestar de todos, como lo sugiere Andrés Manuel, bajo el principio de “primero los pobres”. Es una condición, debemos aceptarlo, de sobrevivencia armónica y colaborativa de todos los grupos sociales.
Armenta, propone, que, en esta segunda etapa de la 4T en Puebla, aseguremos la redistribución de la riqueza y la hagamos permanente, transformando los apoyos para el bienestar, en semilla de producción y fortaleciendo la capacidad generadora de ingresos de todos los grupos sociales, especialmente de las clases medias, quienes, por su cantidad, versatilidad y productividad, son los que ofrecen más, posibilidad de generar riqueza social distribuible.
En su propuesta, Alejandro Armenta, ha señalado, que la inteligencia social depende de la capacidad de generar ingresos que puedan ser redistribuidos a las clases sociales más necesitadas y para ello se necesita, incluirnos todos, en el esfuerzo colectivo de producirla.
Su convocatoria, a que todos estemos dentro de este proyecto, la sustenta en un programa que no castiga a nadie, en favor de todos. La ecuación es simple: La democracia solo funciona con igualdad en la intervención y con equidad inteligente en la distribución de la riqueza que se genere.
Ninguno tiene, ni la culpa de los problemas de los demás, ni le corresponde subsidiarlo. La democracia busca formas novedosas de resolver nuestros problemas, pero en ninguna, establece el sacrificio. La democracia tiene que ser un método en que ganemos todos.
Y la propuesta de Armenta conduce a este ineludible objetivo, democrático y socialmente inteligente.