El brillante historiador Daniel Cosío Villegas sabía que el estilo personal de gobernar del presidente en turno es una pieza clave para entender al sistema política mexicano. Desmenuzar y advertir qué hace un mandatario con las facultades y recursos ilimitados en el ejercicio del poder sirve para explicar el hoy y aproximarse a lo que viene.
Lo más interesante de este análisis, sin embargo, es conocer hasta dónde llegan los límites para el ejercicio de ese poder y hasta dónde el personalísimo estilo está creando una nueva praxis y entendimiento del sistema.
En Puebla, por ejemplo, desde el arribo de Morena en Puebla, el principal objetivo de la izquierda ha sido el cambio de régimen con todas las complejidades y retos que eso demanda. Hoy podemos decir, sin temor a equivocarnos, que existen los primeros frutos: una nueva clase política que ha estado a la altura de lo que la historia les ha demandado.
El proceso interno de Morena para seleccionar a su candidato a la gubernatura fue la prueba de fuego para el nuevo grupo en el poder. En un tiempo en que la política se ha convertido en ejercicio banal de los caprichos personalísimos, observar que mujeres y hombres están dispuestos a cerrar filas para dar continuidad al proyecto denominado de transformación, no es algo común.
Al primer piso que implicaba hacer frente a todo lo que representaba el viejo régimen, aunque generara encono, se dio paso a un gobierno que generó un piso parejo, apostó por la conciliación y sentó las bases para una sana sucesión.
Fue justo en este momento cuando Alejandro Armenta Mier entró a escena. Amplio conocedor de la geografía poblana, los sentires y anhelos, así como los problemas y retos, sabía que era el tiempo de cosechar lo que había sembrado por décadas.
Jugó con las reglas impuestas y su extraordinaria capacidad para entender el nuevo estilo personal de gobernar de la 4T lo llevó al triunfo. (Porque si alguien entendió —por ende, conoce— los nuevos tiempos de la praxis política es el mixteco).
El mismo candidato lo ha dicho: En política no existen sorpresas, existen sorprendidos. Y así fue. Aunque su unción llevaba consigo una responsabilidad mayor: construir el tercer piso de la izquierda poblana en el poder. Y eso es imposible de entender sin conocer el estilo personal de Alejandro Armenta.
¿Qué hombre de poder requiere Puebla en este contexto? ¿Cuál es la apuesta en el ejercicio personal del poder para que el triunfo interno sea el reflejo del triunfo en las urnas? ¿Qué atributos, valores y hasta pasiones demanda esta nueva realidad poblana?
Fue ahí, entonces, en que comenzamos a conocer los rasgos del estilo personal del candidato. Las pasiones vengativas, sectarias y de arrebato dieron paso a la conciliación, a la construcción de la unidad y el reconocimiento de todos los actores en juego.
La necesaria unidad también fue definida para que nadie dudara de la apuesta que estaba en marcha. “La unidad no es incondicionalidad o uniformidad, es respeto mutuo, es incorporación… ¿Qué tenemos que hacer? Desterrar la soberbia, hacer a un lado la exclusión, la arrogancia, la prepotencia, abrir los brazos con los cuidados que corresponde, eso lo vamos a hacer, lo estamos haciendo”, explicó Alejandro Armenta, unos días después de que la dirigencia nacional de Morena lo anunciara como el ganador del proceso interno.
Y así se cumplió.
Alejandro Armenta comenzó la suma de todos los que quisieran ver hacia adelante. La clase política poblana estaba observando quién era su nuevo líder. ¿Qué encontraron? Madurez política.
Por eso tampoco es extraño que un día después de ser designado como candidato de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, es decir, de su entronización oficial como el nuevo jefe político de Morena, el senador haya incorporado públicamente a Fernando Manzanilla Prieto, antiguo coordinador del proyecto de Ignacio Mier Velazco, a su equipo de campaña.
Es el nuevo estilo personal en que la suma de perfiles tiene un solo objetivo: trabajar y servir a Puebla. Eso solo es muestra de una evidente madurez política que entiende la importancia de sumar talentos sin filias ni fobias porque existe un bien mayor.
Ahí donde algunos piensan que Alejandro Armenta les abre la puerta a políticos indeseables que le hicieron daño a Puebla, el senador ve una oportunidad de servir al estado con honestidad porque hay hombre de poder que sabe a dónde va, lo que quiere y lo que necesita para conseguirlo.
Donde algunos pueden ver pragmatismo, el legislador ve la oportunidad de demostrar en los hechos que la unidad no puede ser simulada.
Son los nuevos tiempos.
Tiempos de un nuevo estilo personal de gobernar.
Un estilo que define al hombre que Puebla necesita.