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domingo, noviembre 24, 2024

¿Cuál es el lugar para la soledad en un pleno legislativo?

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| Ignacio Juárez/Osvaldo Valencia

 

Sumido en el fondo de su asiento, como si estuviera incrustado, pegado al mismo, Néstor Camarillo Medina vio pasar a unos metros a quien solo unos días antes consideraba como su mentor político de años: Jorge Estefan Chidiac.

Unos aplausos tímidos, casi obligados, acompañaron al rictus de quien se sabe en la orfandad. Este martes 30 de enero fue un día difícil para Néstor y para la historia del PRI.

Fue la primera vez que el expartidazo contó con un solo diputado en el Congreso de Puebla en casi 100 años de existencia. Fue la primera vez que el PRI experimentó lo que es la soledad legislativa.

Una soledad impensable, ácida, tragicómica.  

A pesar de que Néstor Camarillo llegó al recinto acompañado de su equipo de trabajo que lo aconsejaba o simplemente avalaba todo lo que hacía, cuando cruzó la puerta del Salón del Pleno del Congreso local sabía que era un hombre solo.  

Sus pasos, su figura, su falsa sonrisa eran la imagen de la soledad absoluta. 

No estaban Alito Moreno, Eduardo Rivera, Augusta Valentina ni todos aquellos en los que se había refugiado desde hace meses para salvar su carrera política.   

Antes de iniciar la Sesión Ordinaria del Congreso del estado todavía no se hacía oficial el protocolo que se seguiría para conocer la nueva ubicación del dirigente estatal del PRI en el Pleno.  

“El poder —decía Francis Underwood, icónico personaje de la serie House of Cards— es muy parecido a los bienes raíces, todo se trata de ubicación. Cuánto más cerca se este de la fuente, más alta será la plusvalía”. 

¿Cuál es el lugar para la soledad en un pleno legislativo?  

Néstor Camarillo fue el encargado de revelar a todos los mirones —que seguían con morbo sus pasos— su nueva suerte.  

Primero pasó de largo del que fuera su antiguo lugar en la parte trasera del salón junto a sus compañeros priistas. Una bancada que, si bien no era nutrida, daba cuenta de que el PRI se negaba a morir, que se mantendría en lucha en espera de mejores tiempos.   

Luego enfiló hacia los primeros lugares al frente del pleno y se sentó junto a los diputados cuya fuerza electoral les alcanzó para una posición que no fue ganada en tierra, sino por el equilibrio que la ley propicia: la representación proporcional.  

 

NUEVOS COMPAÑEROS

Hoy, los nuevos compañeros de curul de Néstor Camarillo son Fernando Morales Martínez, Carlos Navarro Corro, Jaime Natale Uranga.  

Y la historia de cada uno son el equilibrio perfecto del ambicioso exdirigente estatal del PRI que no tuvo recelo en traicionar a su mentor en aras de una candidatura, porque una buena senaduría bien vale una puñalada por la espalda.  

Fernando Morales es el único representante de Movimiento Ciudadano en el Congreso del estado, pero también es su dirigente estatal y ahora está empeñado en quedarse con la candidatura a la gubernatura de Puebla.  

Carlos Navarro Corro: Dirigente estatal y único representante del PSI, un partido que ha nominado a personas con presuntos vínculos con el huachicol; y principal matraquero de su hija Nadia Navarro Corro, posible responsable de la traición de ese instituto político a Morena a cambio de jugosas candidaturas.   

Jaime Natale Uranga: Dirigente estatal y único diputado del Partido Verde, cargo al que llegó por imposición de su primo Juan Carlos Natale López, con quien lo mismo apoyan a Marcelo Ebrard o a Claudia Sheinbaum; a José Antonio Gali o Alejandro Armenta.   

La diferencia entre Néstor Camarillo y sus nuevos compañeros es que antes era alguien.  

Hoy es solo un diputado más.  

Y no cualquier legislador más, sino un político que puso un pie en el Congreso del estado un día después de que su bancada lo abandonó por ser uno de los artífices de grillas palaciegas para quedarse con la candidatura al Senado por la fórmula.  

Un ardid que ayudó a Eduardo Rivera para vetar ante las dirigencias nacionales del PRI, PAN y PRD a Jorge Estefan Chidiac. 

Por eso cuando Néstor Camarillo vio pasar a unos metros a su antiguo mentor, quien minutos antes había fijado su postura en la comparecencia de la titular de la Secretaría de Planeación y Finanzas, y le aplaudiera, aunque se tímidamente, nadie dudó que la soledad legislativa es la nueva versión del tragar sapos sin hacer gestos o comer un plato frío de pus. 

 

NO PUDO DISIMULAR

Una soledad que no pudo disimular Néstor cuando fue integrado a la Junta de Gobierno y Coordinación Política como único representante del PRI ni cuando conformó la comisión de cortesía para recibir a los funcionarios estatales que acudieron como parte de la Glosa del Primero Informe.  

O cuando hacía esfuerzos para dibujar una sonrisa en su rostro o mil y un ademanes de cortesía o sostuviera pláticas efímeras con sus pares.  

Su soledad quedó al desnudo cuando su padrino político, Jorge Estefan Chidiac, fue el encargado de dar inicio con la ronda de preguntas hacia los secretarios durante la comparecencia. Su compañero de bancada hasta hace dos días pasó a un lado de su curul, convencido, sin un rasgo de duda o titubeo.  

Néstor, por el contrario, se arrellanó en su asiento, evitó un incómodo cruce de miradas y se hundió en la pantalla de su teléfono, para evitar prestar atención a la intervención del legislador.  

La única vez que alzó el rostro fue cuando Jorge Estefan cuestiono a la titular de Planeación y Finanzas sobre las denuncias interpuestas por la fallida inversión de 606 millones de pesos en Banco Accendo.  

Al bajar de la tribuna, Néstor Camarillo tampoco supo qué hacer.  

Sumido en el fondo de su asiento, Néstor Camarillo Medina no resistió la tentación de lanzar algunos aplausos tímidos, casi obligados, al mentor traicionado. Palmadas que se fundieron con el rictus de quien se sabe en la orfandad. 

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