En este espacio le habíamos advertido que la inminente salida de Jorge Estefan Chidiac del PRI provocaría un éxodo de priistas con arraigo y competitividad hacia Morena, lo que impactaría directamente a la coalición “Mejor Rumbo para Puebla” (PRI-PAN-PRD-PSI) y a su cuasi candidato Eduardo Rivera Pérez. Pues bien, ahora se sabe que el exalcalde de Puebla pretende llenar el vacío con el cascajo que queda y para eso revivió al inefable José Juan Espinosa Torres, a quien le ofrecieron una candidatura a diputado federal. El interés original del exmorenovallista, exemecistas, expartido del Trabajo, exmorenista y ahora priista —porque su abanderamiento irá siglado por el tricolor— era repetir en la alcaldía de San Pedro Cholula, en donde hizo un gran trabajo de unión y cohesión de los pobladores… pero en contra suya. Al ver que los espacios se habían cerrado, entonces, buscó otra opción en la capital poblana. Con qué cara ahora José Juan y Eduardo Rivera compartirán templete sabiendo que el primero obedeció instrucciones de Rafael Moreno Valle para que se persiguiera a través de sus cuentas públicas al exmunícipe panista o cómo es que fingirán unidad cuando en 2018, el cholulteca lanzó cuanta metralla tenía en contra de Martha Erika Alonso y el mismo Rivera Pérez. El exdiputado del PT, que durante años estuvo a salto de mata porque había una orden de aprehensión en su contra, es un cartucho quemado cuyo juego todos conocen: montarse en un grupo político, traicionarlo, jugar a ser oposición y espantar con el petate del muerto. Por eso en Morena no lo quisieron de regreso y eso que ahora ese partido está de brazos abiertos para recibir a quien quiera unirse. Así estarán las cosas con Espinosa Torres que ni en su antigua casa lo quieren. Eduardo Rivera al intentar llenar los huecos que le dejó su venganza contra Estefan Chidiac ahora tiene que recoger cascajo, sin saber que entre la pedacería se echará un alacrán a la bolsa.
CRÍTICA SIN SENTIDO
Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández anda en busca de cualquier pretexto para desviar la atención del desastre que existe en su partido desde que asumió la presidencia del Comité Directivo Estatal del PAN. A penas tiene un par de años en el cargo y ya fue sancionada por presuntos malos manejos de las prerrogativas, principalmente por la construcción de un estacionamiento en la sede del partido, ubicada sobre avenida Margaritas, el camionetón que se compró —y que obvio estaciona en el espacio que se mandó a construir— y una serie de irregularidades en comités municipales. A eso hay que sumarle el desastre en la movilización de la precampaña de Eduardo Rivera Pérez y la pugna intestina que mantiene con el secretario general del PAN, un sujeto que dice llamarse Marcos Castro Martínez. Ahora, la dirigente estatal lanzó una bola de humo, al denunciar que se rompió el piso parejo y desde el gobierno del estado se usan recursos para apoyar al precandidato de Morena, Alejandro Armenta Mier. La prueba, dice, es que fue invitado a la puesta en marcha de la edificación del Centro de Innovación del Instituto Politécnico Nacional en San José Chiapa. La panista ignora que Armenta es el presidente de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales del Senado de la República, de ahí en su carácter de legislador puede acudir a cuanta invitación oficial le hagan. Es más, si es verdad que muy interesada en evitar este tipo de situaciones debería comenzar con Mario Riestra Piña, precandidato del PAN a la alcaldía de Puebla, quien ya dijo que no renunciará a la diputación federal y seguirá en su doble juego. ¿Ahí no hay desvío de recursos?