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viernes, noviembre 22, 2024

El gobernador y su salomónico estilo personal de gobernar

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Sergio Salomón Céspedes Peregrina le dio un giro de 180 grados a la forma de administrar el poder. El último gobernador que pudo caminar por las calles de Puebla sin temor y vergüenza fue Melquiades Morales, los demás o están escondidos o muertos o en la cárcel. 

Mario Marín llegó en 2004 con toda la legitimidad posible, sin duda, derrotó en las urnas a Paco Fraile, del PAN, y se dio el lujo hasta de inaugurar a los cuantos días un restaurante del panista perdedor, el cual, por cierto, se llamó Casa Puebla y estaba a unos metros de la Presidencia Municipal capitalina. 

El problema de Marín fue que le sobraron aduladores y les creyó; el periódico Intolerancia, por ejemplo, le dedicó una portada con la cabeza “Éxtasis marinista” y firmó un desplegado en el que sus trabajadores se sumaban al proyecto del góber precioso 

En el restaurante de Jesús Manuel Hernández, La Conjura, un numeroso grupo de empresarios encabezados por Luis Ángel Casas Arellano le organizó una comida y ahí le pidieron que fuera candidato a la Presidencia de la República por el PRI (¡hágame usted el favron cabor!).  

Marín —y sus monaguillos—, en vez de entender que la adulación es parte del poder, se la creyeron y perdieron el piso. De ahí que, un 14 de febrero, se diera a conocer la famosa grabación en la que el mandatario usaba toda la fuerza del estado para encarcelar a una periodista. 

Poco antes, Marín ya había perseguido periodistas locales, amenazado, denunciado y hasta censurado; era famoso porque llegó a pedir algunas cabezas de reporteros, aunque no siempre tuvo suerte.  

Llegó Moreno Valle y su estilo personal fue duro, encarceló a opositores, amenazó y persiguió. Metió a la cárcel a un exsecretario de Salud e hizo que desapareciera del mapa Javier García Ramírez, titular de Obras Públicas. Intentó, aunque nunca procedió, demandar por daño moral a 19 periodistas. Impuso a Tony Gali y a su esposa como gobernadora, faltaba más. 

Una de sus principales víctimas fue Eduardo Rivera Pérez, quien tuvo que huir un rato, hasta que regresó a contender por la capital en el 2018, la cual perdió. Hay quien sugiere que el propio Rafael Moreno Valle se apostó para que perdiera su correligionario, pero esa versión queda en el terreno de la especulación. 

Tony Gali en general a nadie persiguió, quizá pudo haber sido un buen gobierno, solo que llegó la 4T y él fue víctima, porque así convenía al guion de Morena, una víctima de la persecución política. Gali no fue un mal gobernante, pero tuvo poco tiempo para desarrollar y siempre estuvo bajo la presión del morenovallismo.  

Llegó entonces Miguel Barbosa quien primero prometió reconciliación, pero una vez que se sentó en la silla del Ejecutivo, fue todo lo contrario, se armaron 976 carpetas de investigación, encarceló a un periodista, Arturo Rueda Sánchez de la Vega, situación que jamás se había visto en la historia reciente. Corrió a muchos de sus funcionarios y el despido no solo era con una carta firmada, sino hasta con la policía estatal. 

Y finalmente llegó Sergio Salomón Céspedes, quien pacificó y tranquilizó las cosas. Si bien los golpes en la mesa de Barbosa, al inicio, eran con la finalidad de combatir la corrupción, al final se le pasó la mano y jamás llegó la reconciliación. 

No obstante, y coincidentemente, llegó un Salomón al poder. Y quizá en el nombre lleva la buena estrella, porque se cancelaron los odios y los rencores, comenzó la obra pública, se desencarceló a muchísimos políticos y funcionarios que fueron detenidos. Se comenzó a respirar la promesa de la reconciliación. 

Ha cumplido un primer año como gobernante y ya no hay ruedas de prensa donde se ataque periodistas; se ha sentado con todos los grupos políticos y en poco tiempo ya hay bastante de obra pública: la nueva sede de Ciudad Universitaria, por ejemplo, la nueva terminal de autobuses en otra zona de la ciudad, la nueva RUTA, en fin. 

Se abrió la comunicación con la Federación. Y esto implica mayores recursos e incentivos para la entidad poblana. No estamos diciendo que sea infalible el actual gobernador, seguramente hay mucho que falta por hacer, para su propaganda está su equipo de comunicación social, pero, en general, y en el poco tiempo que ha desempeñado, ha hecho un cambio total en la forma de hacer política. 

Al menos, sabemos que no vamos a ser encarcelados ni perseguidos por pensar distinto. 

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