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viernes, noviembre 22, 2024

Los operadores que ganaron dos sucesiones al hilo

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Sergio Salomón Céspedes Peregrina rompió el formalismo de la política —los vientos de lo políticamente correcto— entre el 14 y el 15 de diciembre de 2022, y logró convertirse en el gobernador sustituto de Puebla ante la ausencia de don Miguel Barbosa.

No actuó solo.

En esa aventura lo acompañaron Julio Huerta y Jorge Estefan.

De no haber operado como lo hicieron, Adán Augusto López, secretario de Gobernación, hubiese impuesto un gobernador sustituto con el aval de las dirigencias nacionales de Morena, PRI, PAN y PRD.

La parte central de ese grupo se movió nuevamente entre octubre y noviembre de este año para empujar la candidatura a la gubernatura de Alejandro Armenta.

Éste los sumó a un equipo mayor que incluía operadores nacionales que se hablan de tú con el poder.

La política es un tren rápido que corre de estación en estación sin tiempo para contemplaciones.

Quienes se detienen a ver a los que vienen detrás, corren el riesgo de perder el tren.

Y ya no habrá otro que los recoja.

Un titubeo en momentos como ésos suele resultar fatal.

Si los vientos de lo políticamente correcto los hubiese detenido, Sergio Salomón no habría llegado a despachar al CIS y a Casa Aguayo, y Alejandro Armenta estaría metido en la precampaña para repetir en el Senado.

Al romper las amarras y convertir la política en un ejercicio heterodoxo, ambos personajes abordaron el tren rápido que los llevó a donde querían.

Fueron gestos de audacia ambos, y hoy valen su peso en oro.

Dicen que el que pregunta no se equivoca, pero el que pregunta demasiado se equivoca demasiado.

Los trenes rápidos no están casados con la ortodoxia ni con lo políticamente correcto.

Son trenes rigurosamente vigilados, es cierto, pero quien burla la vigilancia y los aborda logra más que quienes esperan una señal desde las alturas.

La célebre expresión “la pinche señal”, proferida en la sucesión de Melquiades Morales, tiene enseñanzas inéditas y provechosas.

Quien espera señales parecidas corre el riesgo de perder el tren rápido y quedarse en una butaca amarga, sórdida, terriblemente solitaria.

La pinche señal nunca llega por sí sola.

Hay que empujarla.

Y si es entre varios —en los diversos ámbitos—, la tarea será exitosa.

Si lo políticamente correcto marca que esa señal llegará algún día, quien la espera —en la noche insomne del alma— corre el riesgo de volverse estatua de sal.

Los sapiens se diferenciaron de los neandertales porque cazaban en grupo.

Ir de caza solo no es buena idea.

Los mamuts se cazan siempre en grupo, pero cuidado: una gubernatura puede volverse un mamut que habita en túneles subterráneos y que muere si lo toca la luz del sol.

Un buen cazador debe distinguir entre una y otra cosa.

Meter ocho toneladas de peso —es lo que solían pesar los mamuts— en una casa de

Gobierno tampoco es una buena idea.

Al mamut hay que cazarlo y subirlo a un tren rápido, y dejarlo como trofeo.

Los gobiernos que se mueven como los míticos mamuts terminan por no moverse nunca más.

Hay que cazar al mamut, sí, pero hay que mutarlo en un guepardo: el animal más veloz del mundo.

Es la diferencia entre los sapiens y los neandertales.

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