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viernes, noviembre 22, 2024

Frente Amplio, la pequeña apuesta legislativa y municipalista

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La distribución de las candidaturas legislativas federales entre los partidos que integran el Frente Amplio por México (PRI, PAN y el irrelevante PRD) exhiben que los dirigentes de esos partidos han claudicado a dar una competencia real por la Presidencia de la República. 

Resulta una obviedad y es, desde hace mucho, una verdad popular incontrovertible que ganará la morenista Claudia Sheinbaum Pardo, quien llegará inexorablemente a Palacio Nacional. Si acaso, las apuestas se cruzan sobre por cuántos puntos será la paliza que le propine a la derechista Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz. 

El Frente Amplio ha desnudado que no sólo en la elección presidencial, sino también en algunos estados, no pretende dar la pelea real las gubernaturas. 

En Puebla, el alcalde capitalino Eduardo Rivera Pérez es una de las excepciones, pues ha mostrado que dará una pelea digna y real, aunque los partidos aliados de Acción Nacional (PAN) no le garanticen un respaldo verdadero. 

En las elecciones concurrentes, dicen con cierta razón los gurús de la comunicación política, se requieren de motores que jalen a los candidatos de posiciones intermedias, pero también abanderados y abanderadas que empujen desde abajo. 

Me explico: un candidato o una candidata presidencial con alta popularidad y fuerza termina por jalar a aquellos que van a postulaciones estatales, municipales y legislativas. 

Pero en la lógica territorial también son indispensables aspirantes con arraigo local para empujar a quienes van en la boleta para los cargos de más arriba. 

Por ejemplo, en un municipio, un candidato o candidata con mucho arraigo y fuerza, beneficiará, a la inversa, a sus correligionarios que busquen diputaciones locales y federales, a quien vaya a la gubernatura y a la Presidencia. 

Es ahí donde la distribución de candidaturas del Frente Amplio por México delata deficiencias que exhiben que su verdadera intención es buscar cargos legislativos y municipalistas (alcaldes y regidurías). 

Veamos: luego de que, dentro del Frente, el PAN se quedó con las candidaturas el gobierno del estado y a la capital poblana, tuvo que ceder al Partido Revolucionario Institucional (PRI) la primera fórmula del Senado de la República, para conformarse la segunda fórmula para un o una panista. 

¿Qué pasa ahí? Pues si en la elección estatal, como apuntan todas las mediciones demoscópicas, el Frente queda en segundo sitio en las urnas, el único que llegará al Senado será un priista. 

Aquí incluso podemos advertir que, si se respetan los acuerdos internos del tricolor y nada extraordinario ocurre respecto del género, será el diputado local de larga trayectoria, Charbel Jorge Estefan Chidac, quien encabezará esa fórmula y quien luego cristalizará un sueño largamente anhelado de ser senador de la República, al entrar como primera minoría, es decir, perdiendo también alcanzará escaño. 

Hay la versión sólida de que la segunda fórmula, ella sí en un afán de motor electoral, se ha ofrecido a la hoy diputada federal panista Ana Teresa Aranda Orozco, quien tendría una labor de sacrificio, ya que bien podría, con muchas probabilidades de éxito, buscar la elección consecutiva a la Cámara de Diputados, pero al ir a esa candidatura senatorial, puede abonarle a Eduardo Rivera. 

En el tema de las 16 diputaciones federales del estado ocurre lo mismo, desde ya se advierte que el Frente da por perdidos varias elecciones. 

En la repartición al PRI le tocaron 7 (Distritos 1, 2, 3, 4, 6 ,11 y 14), en muchos de ellos es imposible darle la pelea a Morena. 

El PAN se quedó con 5, entre ellos los que históricamente le han favorecido y los que hoy representa en San Lázaro (Distritos 9, 10, 12, 13 y 15). 

Al casi inexistente Partido de la Revolución Democrática (PRD) lo mandaron a derrotas seguras en 4 demarcaciones: Distritos 5, 7, 8 y 16. 

Visto así, Rivera Pérez como candidato al gobierno del estado va prácticamente sin respaldos, sin cuadros ni combinaciones territoriales por cada partido, que le sumen y lo fortalezcan. Al contrario, en la alianza prianista todos los demás se querrán beneficiar de él, su imagen y su conocimiento. 

La candidata presidencial Betha Xóchitl se ha desinflado de una manera muy veloz y no se ve cómo pueda reponerse, por lo que para Eduardo, la aún senadora no representa ningún motor que lo jale, al contrario, se podría convertir en un pesado lastre. 

Pero tampoco tiene motores que lo empujen, desde abajo, aunque falta ver la repartición de las candidaturas en ellos 217 ayuntamientos poblanos. 

En ese sentido, resulta que Eduardo es el motor de todos, a todos tiene que jalar, pero nadie le da realmente un acompañamiento eficiente. 

Una reflexión muy importante deberá hacer el PAN tras esta elección de 2024: ¿sirve su alianza con el PRI? ¿Qué tan negativo es ya, por la horda de políticos mantenidos que lo dirigen, su cercanía con el PRD? 

Posiblemente será la última elección de la alianza opositora. Y hará bien el PAN, si es que ocurre, en romperla, para la elección intermedia de 2027. 

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