Antes de que se conozca al coordinador estatal de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, en los equipos de los aspirantes se pueden respirar diferentes aires.
Hay unos que son festivos, otros de tranquilidad, unos más de desesperación y algunos simplemente de expectación.
Uno de los equipos, por ejemplo, andaba muy festivo por el éxito que su gallo consiguió en las últimas horas. Su operación le permitió meterse todavía más en el corazón del hombre que tiene su futuro en las manos. ¿Eso será suficiente? Por las sonrisas, todo indicaba que sí, pero no hay nada cierto hasta que de la boca de Mario Delgado Carrillo salga el nombre del ganador. La felicidad viene de saberse ganador. Fuera de eso todo son caras largas o silencios.
Otro equipo optó por la estrategia de la tranquilidad y la calma, las que surgen de saber que tu destino no está tus manos pero has hecho todo lo humanamente posible para que la balanza se incline a tu favor y hasta puedes jactarte de haber ganado las encuestas, pero al final pesó la decisión política.
¿La tranquilidad es la evidencia de que saben algo que los demás no? ¿Será esa calma que te da el saber que, si bien no ganaste, no te derrotaron porque tienes la oportunidad de negociar para ti, para los tuyos y tu gente? ¿Es esa tranquilidad que te abre la posibilidad de negociar que la próxima te toque a ti?
Más allá de la respuesta, ese equipo dijo algo que vale oro en este momento: no habrá ruptura, berrinche. El futuro no es tan funesto como los enemigos auguraban.
Otro equipo siempre estuvo extraviado y sumido en la soberbia. Así siguen, con la diferencia de que ahora graban videos de festejo, aunque en el fondo lo que se percibe es desesperación. Es el costo de ser primerizos en la política.
El resto de los equipos estuvo a la expectativa. Unos ansiosos por saber si algo les tocará, otros a la espera de conocer los resultados y definir lo que venga.
Son los aires previos a un destape.
LA COMEDIA DEL VERDE
Alguien debería recomendarle a Jaime Natale Uranga, sediciente dirigente estatal del Partido Verde Ecologista de México, unos cursos intensivos de cómo tragar sapos sin hacer gestos y cómo desconectar el cerebro y el habla del hígado. Su caso es digno de un análisis. Vea usted: Llegó a la dirigencia porque su primo, Juan Carlos Natale López, le heredó el cargo para irse a trabajar como valet parking de Marcelo Ebrard, previo agandalle de una diputación federal por una circunscripción a la que Puebla no pertenece. Eso significa que, en estricto sentido, Natale López no es representante de la ciudadanía poblana. Con el inicio de la contienda interna de Morena, ambos se volcaron a la campaña del excanciller. El primer conflicto ocurrió cuando Manuel Velasco Coello designó como su coordinador en Puebla a José Antonio Gali López, primo de Natale López. Eso llevó a que Jaime Natale dejara de ser el palero de Ebrard para convertirse en el valet parking de Tony Gali Junior. Tras conocerse la derrota del excanciller, Jaime Natale amagó con boicotear la coalición electoral con Morena y el PT. La bravuconería le duró muy poco, ya que lo hicieron aparecer en una conferencia de prensa en la que anunciaba que su partido en Puebla se sumaba al proyecto de Claudia Sheinbaum Pardo. Pese al descalabro, siguió con su actitud pendenciera y, ahora, afirmó que irían solos en el resto de las candidaturas locales y federales. El nuevo niño verde tuvo recular una vez más, al anunciar que su partido irá en coalición para senadurías, diputaciones federales y a la gubernatura. Aprovechó para dejar en suspenso la elección local, pero lo que no dijo es que ya han ido solos en otros comicios. Por ejemplo, Miguel Barbosa Huerta aprovechó a los verdes para sembrar allí a los candidatos que la mafia nacional de Morena le impidió designar en diputaciones locales y presidencias. En otras palabras, no hay nada nuevo si no hay una coalición, el Verde está para una cosa: llenar el espacio que Morena necesita.
