Gerardo Vargas Landeros aplastó en las encuestas a modo al senador Rubén Rocha Moya en las mediciones previas al proceso interno de Morena para elegir candidato a la gubernatura de Sinaloa.
Detrás de Vargas Landeros estaban dos hombres muy poderosos con oficinas en Palacio Nacional: Julio Scherer, consejero jurídico del presidente López Obrador, y Gabriel García, coordinador de los súper delegados en el país.
Casi a finales de 2020, Mitofsky dio a conocer una encuesta en la que Vargas Landeros se imponía a Rocha Moya por dos dígitos.
Scherer asesoraba todos los días a Vargas Landeros, y, cuando era necesario, le daba libretos que tenía que memorizar en aras de salir bien librado ante los altos personajes del partido y el presidente mismo.
García, en tanto, tejía las redes desde Palacio Nacional en aras de convencer a AMLO de que el señor Vargas era mejor opción que el senador Rocha.
La encuesta de Morena estaba por llegar.
Vargas Landeros dio a conocer todas las encuestas a modo que lo favorecían a través de los diarios, las redes, la radio y la televisión.
Los matraqueros de la prensa sinaloense ponderaban todos los días a nuestro personaje y juraban que la decisión le favorecería.
Scherer y su primo —“don Hugo”— cuadraban todas las encuestas para evitar sorpresas.
Hubo más:
Lograron que personajes cercanos a la dirigencia nacional de Morena les filtraran las secciones electorales en las que serían aplicadas las encuestas.
¿El fin?
Enviar “brigadas de alto impacto” a las mismas en aras de influir en los encuestados.
Al final de la trama, y ya con los resultados de la encuesta madre y las encuestas espejo, los números que favorecían a Vargas Landeros llegaron al escritorio del presidente.
Éste revisó minuciosamente el resultado y las ponderaciones, y supo que algo estaba mal.
Una voz lo alertó acerca de la conspiración palaciega.
El presidente, entonces, evidenció las huellas de sus operadores, los defenestró —a uno primero que al otro—, y nombró candidato a la gubernatura a Rocha Moya.
¿Dónde están hoy los personajes que participaron en la trama?
Julio Scherer, asesorando mediante cantidades millonarias a algunos clientes que buscan ser gobernadores.
Gabriel García, en un escaño perdido del Senado de la República.
Vargas Landeros, al frente de la humilde alcaldía de Ahome.
Rocha Moya, en la gubernatura de Sinaloa.
Mitofsky y las encuestadoras a modo, maquilando números en beneficio de sus clientes.
Qué perturbadoras son las analogías.
Y cómo se parece la realidad sinaloense de 2021 a la realidad poblana de 2023.
La clave está en un apellido: Scherer.
Scherer (tocayo) y Scherer (“don Hugo”).
¿Armenta, Alejandro, se estará viendo en ese espejo?
El Potro de la Soberbia y un Jefe de Prensa. Un operador de medios de uno de los aspirantes a Casa Aguayo es abordado por dos periodistas.
Por separado, ambos le plantean apoyo para su candidato.
El operador de medios —montado ya en el potro de la soberbia— les responde lo siguiente.
Al primero le dice de entrada que sólo tiene cinco minutos para él.
Turbado, el pretendiente —del verbo pretender— le dice que podría publicar todos los días su boletín y las fotos que sean necesarias del aspirante.
El operador lo mira como se ve a una cucaracha.
Sonríe, tararea una canción de José-José, y le escupe a bocajarro:
“Necesito ver los números de tu portal para ver si me sirves. Se acabó tu tiempo”.
Al segundo, montado ahora en el potro de la insolencia, le advierte que si lo acepta como matraquero en el futuro cercano será a cambio de nada.
“Necesitas hacer muchos méritos. Las plumas que tengo han hecho trabajo desde hace años para que las contemple en mi agenda. No creas que las acepté nada más por sólo mover la matraca en sus columnas. Esto es más complicado, chico”.