Los cambios y ajustes en gabinetes gubernamentales son una práctica común en el ejercicio del poder en todos los niveles; en la mayoría de los sistemas democráticos del mundo se trata de una facultad constitucional de quien ostenta el poder.
¿A qué responden los relevos y en qué momento es óptimo llevarlos a acabo? la respuesta no responde a una lógica de tiempos, sino a la sensibilidad del gobernante y puede deberse al bajo rendimiento de los titulares de las áreas, confrontaciones, actos de corrupción comprobados, enroques, estrategia o con la intención de generar equilibrios y contrapesos.
Diría que nunca es demasiado tarde o demasiado temprano para llevar a cabo un ajuste, sino que depende del olfato político y la sensibilidad de quien lleve la conducción del gobierno. Es una facultad inherente y, por tanto, no tendría que extrañarnos.
Solo por poner algunos ejemplos: en Francia, a dos años de que se llevara a cabo la elección y tras la sacudida que la pandemia por Covid-19 trajo al país galo, Emmanuel Macron realizó nueve cambios y enroques que le permitieron establecer su nueva estrategia política desde el gobierno.
La canciller alemana Ángela Merkel debió realizar cambios en varias ocasiones tras resultados electorales que no beneficiaron a sus aliados políticos.
En el ámbito nacional, Carlos Salinas de Gortari, por ejemplo, ajustó en 20 ocasiones las titularidades de dependencias -en Educación cuatro veces y en Procuraduría General de la República, cinco- y las designaciones sirvieron para darle rumbo a la administración que encabezaba.
Nadie, entonces, criticó como ahora con tanta persistencia los ajustes que en el gabinete federal realiza el presidente Andrés Manuel López Obrador y en el estatal, el gobernador Miguel Barbosa.
Que nadie se diga sorprendido, tampoco, porque los nuevos perfiles son personas cercanas ideológica y políticamente a los Ejecutivos, ya que lo que se busca son coincidencias que se conviertan en nuevos impulsos para los proyectos de gobierno y nuevas etapas a futuro.
En pocas palabras, en todos los casos, los cambios de gabinete son para mejorar la operación de gobierno, la capacidad de negociación y redefinir el rumbo pensando en el bienestar de la ciudadanía.
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Bien dicen que la pandemia sacó lo mejor de las personas, pero también lo peor, el resentimiento social, expresiones de incongruencia; las mismas voces que piden que el gobierno concentre todo su esfuerzo en inocular a la población y desgarran sus vestiduras ante lo que consideran fallas en la estrategia de combate al virus, sin ningún recato exhibieron su mezquindad al expresar sus peores deseos en contra del presidente López Obrador, quien, afortunadamente, salió bien librado de esta nueva batalla contra el Covid-19.
El tiempo coloca a cada quién en su lugar, pero aquellos se apresuran a mostrar sus limitaciones y resentimientos.
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