Desde que se sumó públicamente al hoy presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en abril de 2017, el senador poblano Alejandro Armenta ha sido el mayor activo para la suma de simpatizantes a Morena en Puebla. Su arraigo entre lo que los políticos llaman “la base”, es decir, los ciudadanos que de manera genuina y masiva se suman a una causa, es muy clara.
Es el aspirante varón más fuerte de Morena. Posiblemente, el más redituable, por sus circunstancias y sus características personales.
Así lo han mostrado la mayoría de las encuestas serias y nacionales, como lo reconoció en conferencia de prensa el propio presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) morenista, Mario Martín Delgado Carrillo, el pasado 10 de octubre.
“Casi todas encuestas, y no digo nada oculto, señalan también que el senador Armenta es muy competitivo”.
Su delantera y potencial competitivo lo reconocen sus mismos adversarios.
A Moisés Ignacio Mier Velazco le han construido, desde el principio de su aspiración, la narrativa de que será beneficiado con un dedazo desde Palacio Nacional, lo que en sí ha venido a ser también una tácita descalificación al partido y ha terminado por comprometer al Presidente de la República.
Muchos aseguran que será ungido desde el poder supremo, incluso sin tomar en cuenta a la virtual candidata presidencial, Claudia Sheinbaum Pardo. Esa imagen tampoco le debe agradar al propio diputado federal, pero el fallo en su estrategia se sembró y se volvió irreversible.
Esas mismas voces son las que reconocen que Armenta lidera en todos los sentidos la competencia.
Suelen descalificar las encuestas, pero luego esos mismos labios se cercenan la lengua porque festejan estudios de empresas menores.
Desde que comenzó su andar en el morenismo, Armenta es quien más fuerza electoral y más simpatizantes ha llevado al lopezobradorismo poblano.
Ha sabido también transitar y sumar a su causa a los fundadores, a muchos de ellos.
El senador ha coincidido, con exactitud aritmética, con la presidenciable Claudia Sheinbaum, en que en Puebla se pueden obtener 2 millones de votos. Eso requiere candidatos potentes.
Todas esas circunstancias, dichos y hechos hacen incontrovertible la fuerza que tiene. La han validado las propias voces que lo denuestan. En la misma crítica al senador y con la aseveración de que habrá dedazo, le extienden a Armenta certificado de legitimidad.
Da la impresión, después de haberlo entrevistado un par de veces recientemente y observar su ruta, que Alejandro Armenta está preparado para cualquier escenario.
No será un suicida político y se disciplinará, pero de acuerdo con sus números y los acercamientos que ha ido construyendo en las últimas semanas, sabe que tiene una enorme posibilidad de que sea también validada por su partido su delantera en las mediciones demoscópicas y en los ejercicios que reproducen el formato de la encuesta madre de Morena, con sus valores específicos. Distinto de otros tiempos, anda con serenidad.
Armenta, al fin de cuentas, siempre ha ido a contracorriente en su carrera política.
Da la impresión también de que en Morena saben bien que requieren la suma de él, en lo personal, de su fuerza y de sus simpatizantes, para construir una victoria clara en Puebla en 2024.
No lo ha dicho él, sino que sus propios adversarios han dado cuenta de que, si el género es masculino y no hay dedazo, Alejandro Armenta será el coordinador Estatal de la Cuarta Transformación.
Cuando se establece que en el lopezobradorismo poblano se requiere a todos, por supuesto esa aseveración tiene una carga muy importante respecto de Armenta y su base de simpatizantes.
Porque del otro lado los está esperando ansioso y con su propia estrategia y cifras el alcalde de la capital poblana Eduardo Rivera Pérez.
(¿Y si es mujer? Indudablemente la que tiene mejor imagen y mayor potencial positivo es Olivia Salomón).