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sábado, noviembre 23, 2024

Las piedras hablan, pero también guardan secretos: Stonehenge

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Norma Ávila Jiménez 

 

Uno de los monumentos prehistóricos más enigmáticos del mundo nos puso a prueba (o así parecía), para ver si éramos merecedores de acercarnos. Bill y yo, al igual que los otros visitantes que llegamos ese sábado aproximadamente a las 9:30 de la mañana, tuvimos que aguantar unos 15 minutos el fuerte viento frío acompañado de una lluvia tupida.  

Pasada la prueba, acompañada por gritos y risas porque el viento volteó algunos paraguas y nos hacíamos bolita para resistir la lluvia, Stonehenge nos dio la bienvenida. El Sol brillante nos recibió.  

Dicen que las piedras hablan. En efecto, en este espacio ubicado en Salisbury Plain, Inglaterra, el cual aún emana su pasado sagrado, las rocas sarsen (bloques areniscos de 20 toneladas de peso) y las azules, de tres toneladas, no lo han dicho todo. Guardan secretos que arqueólogos y otros especialistas tratan de desentrañar. 

Stonehenge se desarrolló por etapas: el primer monumento fue levantado hace 5 mil años. Más adelante, en el período Neolítico tardío, 2 mil 500 años antes de nuestra era, se erigieron algunos arreglos, círculos y óvalos con las piedras sarsen –que en ese tiempo tenían un color blanco, el cual, sin duda, brillaba con los rayos solares– y con las piedras azules, contraste de tonos que ofreció mayor dramatismo al lugar, según señala la historiadora Susan Greany.  

Flecha que indica la puesta del Sol durante el solsticio de invierno. Crédito: William Gregory

Varios montículos de arena que cubren tumbas fueron construidos en las cercanías de este monumento durante la Edad de Bronce (entre 2 mil 250 y mil 900 antes de nuestra era). 

 Entre cien y 300 años después, los antiguos habitantes de esa área nuevamente hicieron acomodos con las rocas, según informa la página web english-heritage.org.uk. Es probable que tal actividad respondiera a sus actos rituales, místicos y observacionales relacionados con el movimiento de los astros. 

¿Qué dicen las piedras?
Crédito: William Gregory

¿Qué han dicho hasta ahora las piedras? 

Hace miles de años el Sol fue el objeto celeste clave para llevar a cabo la construcción de calendarios y conocer la época de la cosecha, además de ser considerado deidad en la cosmogonía de las antiguas civilizaciones. De allí que algunos especialistas, entre ellos Clive Ruggles, hayan estudiado las alineaciones existentes entre los movimientos solares significativos y la ubicación de ciertos bloques sarsen. 

Jesús Galindo Trejo, arqueoastrónomo del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, especialista en Mesoamérica, aseguró que “fue un fenómeno global dentro de las antiguas culturas el hecho de observar la naturaleza, el Sol, la Luna, los planetas y estrellas, esto es, los objetos más brillantes, y de esta manera obtuvieron información de sus movimientos regulares”. 

Y continúa. 

“Eligieron momentos celestes importantes como los equinoccios y solsticios, o las fases y desplazamientos de la Luna, para llevar a cabo ciertos rituales o ceremonias religiosas. En el caso de este icónico lugar es difícil saber exactamente cuáles prácticas realizaron porque el sitio es muy antiguo, aunque se han hecho y continúan haciendo excavaciones, dentro de las cuales han encontrado vestigios que apoyan ciertas propuestas”.  

Stongenhe, monumento icónico milenario.
Crédito: William Gregory

Entre estas propuestas está la del mencionado especialista, Ruggles, quien señala que el eje principal que atraviesa Stonehenge tiene que ver con la salida del Sol en el solsticio de verano, y su puesta, durante el solsticio de invierno, explica Galindo. 

Afuera de los círculos, elipses y herraduras conformadas por las piedras que están en el centro de este templo, cuatro inmensos bloques  forman la Station Stone o Estación de rocas que delinean un gran rectángulo.  

En el punto del eje que está hacia el suroeste es posible observar una flecha de metal colocada en el piso con el texto Midwinter Sunset, pues apunta hacia donde el Sol se ponía durante el solsticio de invierno aquellos años.  

Subrayo esto último porque el plano donde orbitan los planetas alrededor del Sol se ha movido a través del tiempo. Como turistas, parados junto a esa señal y observando el círculo exterior del monumento, es posible imaginar las celebraciones con danza y música impregnadas de misticismo que desde tal espacio megalítico se llevarían a cabo entonces. A mi me pasó, indudablemente. 

Lionel Sims, otro científico interesado en el sitio, “insistía en que la Luna estaba involucrada en el funcionamiento de Stonehenge como templo, en combinación con las alineaciones solares”, explica el doctor Galindo.  

Esto quiere decir que la Luna, en sus ubicaciones más extremas, durante sus salidas y puestas, se correlacionaría en forma perpendicular con los solsticios. En la dirección de las piedras que forman el rectángulo se han encontrado entierros de animales y humanos; tal vez celebraban algún tipo de ritual sagrado relacionado, un vínculo con sus difuntos, indica Galindo. 

Esta veneración por los ancestros también la señala Michael Parker Pearson, historiador del University College London, quien junto con un equipo de investigadores está proponiendo que un precursor de Stonehenge pudiera ser el círculo megalítico de Waun Mawn, ubicado en Gales.  

Especula que sus constructores lo desmantelaron hace 5 mil años y transportaron algunas de sus piedras azules de tres toneladas a Salisbury Plain, según se lee en el National Geographic publicado el 12 de febrero de 2021.  

Parker apunta que esas rocas podrían haberse considerado valiosas y “la esencia misma de quienes eran”, ya que “serían las representaciones físicas de los antepasados de los migrantes o de sus recuerdos ancestrales. Los británicos neolíticos estaban literalmente transportando el peso de sus ancestros a lo largo del mundo”.  

¿Cómo serían los rituales sagrados en Stonehenge.
Crédito: Norma Ávila Jiménez

Desde Gales hasta donde se ubica Stonehenge son 280 kilómetros de distancia, por lo que esa tarea debió haber sido definitivamente ardua, pero motivada por el deseo de expandir su identidad a diferentes lugares. 

Entre los restos humanos encontrados en las excavaciones realizadas por los expertos, algunos corresponden a personas que habitaron el Oeste de Gales, Irlanda y el Este de Inglaterra hace 5 mil años, mientras que en Durrington Wall, cercano a Stonehenge, un equipo dirigido por Madwick halló huesos de cerdo provenientes de diferentes islas británicas.  

Pareciera ser que el monumento aludido hubiera sido un punto de congregación además de un importante observatorio astronómico. En la actualidad Stonehenge conserva esa magia casi mística que, como imán, sigue atrayendo a turistas y expertos de todo el planeta. No importa la prueba que las piedras nos impongan para acercarnos. Todos queremos escuchar sus murmullos, sus secretos. 

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