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jueves, noviembre 21, 2024

Ya huele a Todos Santos

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Iniciando octubre “ya huele a Todos Santos”, dicen los lugareños de la Sierra norte de Puebla. Los gorjeos preocupantes de los guajolotes o “conos”, como les dicen en las comunidades se intensifican en las mañanas y las noches, porque premonitoriamente saben que están a unos días por ser el platillo de la fiesta, lo mismo piensan los cerdos, los pollos y demás animales, que sin duda llegará su fin esos tres días de festín. Las flores de cempasúchil ya empiezan a brotar, en los campos el amarillo prevalece sobre las demás flores. En fin, la fiesta está tocando las puertas de los humanos por parte de quienes visitan cada una de las casas en el tradicional TODOS SANTOS. 

El taller literario de Xicotepec ha iniciado a producir textos alusivos a estas fechas, para organizar lecturas públicas. El 27 de octubre en los jardines del hotel MI RANCHITO y el 31 en las instalaciones del restaurant EL COLIBRI. Para los lectores de El Baúl de Hipócrita Lector, les anticipo mi participación. 

 

La efímera visita 

Alzaba la punta de mis pies para alcanzar a mirar cuánto había en una larga mesa en que, iluminada con muchas veladoras, una gran fotografía de mi abuelo Esteban me hacía remembrar como lo describía cada vez que podía a la abuela: gesto adusto pelo cortado a la vieja usanza, su recia figura resaltaba la pronunciada manzana que se forma entre la barbilla y el cuello.  A lo lejos se veía que era galán. No en balde decía que una temporada llegó a tener a dos mujeres en un mismo espacio. A su alrededor cajetillas de cigarros, unas cervezas, los vasos llenos de refino no podían faltar. De los gustos gastronómicos del difunto ni se diga, había de todo: platos de mole con la tradicional pieza de guajolote, arroz, chile con huevo, enfrijoladas, arroz con leche, tamales, dulce de calabaza, de guayaba y un largo etcétera. Para lograr hacer este enorme altar existen familias que por más de una semana en la elaboración y las últimas dos noches y no duermen por tanto cocinar. 

Pero además de esa emblemática foto, también existían la de otros seres que ya habían partido y que era necesario esa noche venerarlos, para ello, con días de antelación, se acudía a las huertas vecinales a cortar largas varas que servirían para hacer grandes altares con las flores que en ese tiempo reinaban en los campos, en los mercados y en las carreteras el singular cempasúchil, mano de león, sempiterna y papel picado con figuras alusivas al Día de Muertos. El olor que despedían inundaba en toda una semana o más los grandes espacios por momentos confundido o mezclado con el del tradicional incienso, un extraño aromático que servía, según lo decían los ancestros, para atraer el espíritu de las almas que habían partido. 

Antes de construir los grandes altares se acudía al tianguis a comprar todo lo que se tendría que ofrendar. Cuatro plazas antes de la celebración, la mayoría de los mercaderes acudía de las comunidades a vender los productos del campo, que justamente en estas fechas era cuando estaban en su etapa de maduración.  De los vecinos municipios, entre ellos Huauchinango, Tulancingo y algunos hasta del Estado de México, traían el famoso chile ancho, guajillo, almendras, canela, cacahuate pelado, pasas y las decenas de ingredientes que lleva este platillo tradicional de los mexicanos.  

El pan es algo que no puede faltar: marquesote, galletas esponjadas, pan de manteca, cocoles, pan de sal y el tradicional pan de muerto, elaborado con figuras caprichosas que hacían parecer un difunto. 

El primero de noviembre es la celebración del Todos Santos y el día dos el dedicado a los Fieles Difuntos. 

A mi corta edad había cosas que no entendía, tenía mucha curiosidad y miedo. 

Me decían: no tienes que tomar ni un solo dulce ni uno solo de los platillos que están en la mesa, vendrán los difuntos a comerlos y si lo haces corres el riesgo de que, después de que estén casi satisfechos y sientan aun hambre debido a que comiste algo te puedan llevar con ellos en su travesía a la visita de sus demás familiares a completar y satisfacer su apetito. El día tres, en el recalentado tú puedes comer todo lo que nos dejaron. Notarás que ya no tendrán el mismo sabor debido a que la esencia ya se la llevaron consigo. Te advertimos que no tienes ni que asomarte cuando ya vaya llegando la media noche. Ellos vienen en una gran caravana y van recorriendo todas las calles, seccionándose por grupos familiares y poco a poco van quedando unos cuantos que murieron en una circunstancia de desastre y que sus familiares nunca reclamaron los cuerpos. Las almas en pena deambularán por todo el territorio hasta encontrar algún lugar que pueda albergarlos y dejarles comida y bebida. 

Fiel a la desobediencia de la edad, esperé a que durmieran todos exhaustos por el trajín, me levanté a curiosear para ver llegar a las almas a comer todos los paladares expuestos. Todo en silencio. Escuché muy claro cuando se abrió la puerta, el crujir era inconfundible tenía años que a propósito no se aceitaba para escuchar cuando se abría. Una sombra se acercaba. Ya no pude resistir me fui corriendo a mi cama, me tapé con la cobija y sudoroso la entreabría para ver que sucedía cuando se produjo una gran humareda y se encendieron varias veladoras que iluminaban la recamara. Despertó mi mamá y familiares tosiendo inmediatamente apagaron el fuego. A partir de esa fecha ya no hubo intento alguno de mi parte por seguir investigando que había pasado. Estaba seguro de que ese día las almas habían acudido a saborear los exquisitos platillos y que las volvería a ver al año siguiente. 

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