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jueves, noviembre 21, 2024

Don Pedro Ángel Palou: uno de mis íntimos intermediarios

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Habrá que creer en algo
O en alguien tal vez

Alejandro Filio

 

I

Los practicantes de algún credo religioso tienen santos, ángeles o representaciones de la virgen que son una especie de intermediarios para hacerle llegar sus peticiones a la concepción que cada uno tenga de Dios.

Esos personajes se representan en imágenes, algunas basadas en descripciones certeras o fieles retratos; otras son tan sólo el resultado de la imaginación del autor.

Son una especie de cadena unificadora con el mundo de lo divino.

Es tanto el poder que el milagro o la desgracia puede llevar el nombre de algún santo, ángel o alguna de las diversas representaciones de la “madre de Dios”.

Dicho de una forma más banal: son la atención al cliente, el buzón de queja, la ventanilla de trámites de Dios.

 

II

El mundo de los mortales y laicos también tiene a sus “ídolos de bronce”, sus “ejemplos a seguir”, sus “héroes patrios” que les sirven para construir la ideología o Historia de un país.

Y vaya responsabilidad que se le da a la memoria de personas que -como todos- tuvieron muchos claroscuros en su vida y, quizá, nunca pidieron ser elevados al rango de héroes o ídolos.

 

III

Y en ese mismo espacio de santos e ídolos laicos, coexisten los seres queridos que se nos han adelantado al “más allá”, esos a los que les vamos poniendo una velita a la foto que conservamos con mucha devoción y le pedimos su intervención, su vigilancia y su cuidado desde el más allá.

Yo les llamo: íntimos intermediarios.

 

IV

Desde hace años, navego entre la espiritualidad y el laicismo, he construido mi propio santoral, mis particulares “íntimos intermediarios”.

No les prendo velitas, pero sí les invoco y  agradezco en la noche sus cuidados y su intervención.

Mi altar particular está conformado por mi abuela paterna: Salud, mi abuela materna: Juanita, mi tía abuela materna: Andrea, el querido amigo y escritor de lo imposible: Nacho Padilla, el gran relator, viajero y traductor del mundo: Sergio Pitol y el gran constructor de instituciones, políticas y vida cultural de Puebla: Don Pedro Ángel Palou Pérez.

A cada uno le pido cosas distintas, a todos les recuerdo con harto cariño y admiración.

Cada una de esas personas representan una parte importante de mi vida.

Simbolizan muchos de los sueños y motivos que me invitar a continuar con vida en este mundo terrenal.

 

V

Esta semana se cumplieron 4 años de la ausencia de Don Pedro Ángel Palou.

El día que me enteré de su muerte también terminó mi ciclo en el extinto Fonca y con éste se me acortaron los meses de vida en la CDMX.

El día de su muerte, pareciera, se cerró una época de oro para la Cultura en Puebla.

Sin embargo, creo que dentro de las muchas cosas que hizo bien: fue formar una serie de soldados de la cultura, dispuestos a defender su legado que se convirtió en el patrimonio cultural del todo el Estado de Puebla.

Indirectamente, soy uno de esos soldados.

A mí me formó su hijo y también el Dr. Moisés Rosas; y digo indirectamente porqué aún tuve la fortuna de contar con su consejo y disfrutar de sus charlas en aquella oficina de Casa de la Cultura.

Hoy que tengo una nueva encomienda cultural, día con día, le pido me dé la sapiencia y visión para salir avante.

Hace cuatro años se perdió al ser humano, pero estoy seguro se ganó a un santo cultural.

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