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viernes, noviembre 22, 2024

Chismes, encargos, florilegios, sobrecitos (Temporada de caza en Puebla)

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Para entender momentos como el que vivimos, me puse a ver de nuevo “La sombra del caudillo”, de Julio Bracho.

(La novela de Martín Luis Guzmán la volví a leer hace algunas semanas).

Hay una escena en la que varios generales llegan a adherirse a un aspirante dándole su palabra “sin recámaras”.

El agregado refleja que la política mexicana sigue igual que en los años veinte:

“Y si alguien le viene con el chisme de que yo hablo con el general Jiménez, tómelo a broma. Usted ya sabe cómo hay que irse bandeando en este negocio”.

Esta brutal aseveración es lo que se dice real.

Hay quienes van de aquí para allá —como en una canción de José José— llevando y trayendo.

¿Qué llevan?

Chismes, encargos, florilegios.

¿Qué traen?

Chismes, encargos, sobrecitos.

(Un conductor radiofónico fue fotografiado no hace mucho cargando una revista muy extraña —en forma de O— junto a un jefe de prensa. ¿Qué llevaba? ¿Qué traía?).

Todo mundo trae y lleva.

Ése es el oficio más recurrente en estos días.

Y los que llevan y traen también se enlodan: en veces defendiendo a un aspirante, en veces defendiendo a otro.

“Usted ya sabe cómo hay que irse bandeando en este negocio”, le dijo uno de los generales a uno que quería la Grande.

(¿Por qué los mexicanos le llamamos “la Grande” a la silla presidencial? ¿En serio es tan grande?).

El verbo bandear viene de andar en bandos o en facciones, o de inclinarse a un bando o a una facción.

El que bandea, pues, lleva y trae chismes, encargos, florilegios y/o sobrecitos.

Pero no lo hace con uno solo.

Es a dos a quienes sirve.

Es parte del negocio.

Martín Luis Guzmán escribió “La sombra del caudillo” en 1929.

Hace ya casi un siglo.

Y qué vigentes siguen siendo los fraseos, los conceptos, y los mensajes ocultos en los diálogos.

No hemos cambiado lo que se dice nada.

 

Ser de izquierda. Está de moda ser de izquierda.

Es chic, viste y sirve.

Muchos licenciados que pasaron por el PRI —o sirvieron en gobiernos priistas— ahora dicen ser de izquierda.

Por ejemplo, este lunes presentaron a Pepe Doger, ex rector de la BUAP, como un hombre de izquierda.

Ya no me acordaba que algún día, siendo muy joven, fue miembro del Partido Comunista Mexicano.

No obstante, con los años borró ese antecedente y convirtió a la BUAP en el espacio ad hoc del priismo más rancio del que se tenga memoria.

Hoy, otra vez, ha regresado —como en Volver al Futuro— a esa izquierda idílica, bucólica y frenética en la que algún día militó.

Juventud, divino tesoro, / ya te vas para no volver. / Cuando quiero llorar no lloro / y a veces lloro sin querer.

 

El síndrome de Benito Juárez. Dicen que no les importa pero sí les importa.

Se sienten bien pero se sienten mal.

Juran que la decisión del Consejo Estatal de Morena, en el sentido de dejarlos fuera de la lista de los 4, les hace lo que el viento a Juárez.

(¿Alguien sabe qué le quiso hacer el viento al benemérito? ¿Qué oscuras intenciones tenía a la hora de pasar por su cabeza?).

El caso es que algunos de los aspirantes expulsados (que serán incorporados por la Comisión Nacional de Elecciones) tendrían que ser más firmes y hacer lo que hizo Juárez cuando el viento quiso derribarlo: respirar profundo y sacar pecho.

Francisco Masse, en Milenio Diario, publicó el origen de esa frase hace algún tiempo:

“En su libro ‘Un indio zapoteco llamado Benito Juárez’, Fernando Benítez recoge una leyenda —de esas que abundan en los libros de historia de México— que dice que, cuando era niño, don Benito solía ir a cazar animales pequeños acompañado por otros niños; pero en una ocasión se embarcaron en una pequeña canoa y fueron sorprendidos por un ventarrón: los niños, asustados, abandonaron la embarcación y nadaron a la orilla, sólo Benito se quedó en ella y aguantó hasta que terminó el ventarrón. Según Benítez, en los siguientes días nació la frase en el pueblo de Guelatao”.

 

 

Historia de un necio que quiere ser gobernador. Quiso ser gobernador (y tirar a Sergio Salomón Céspedes Peregrina), e interpuso un recurso ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

(No pasó nada. Lo batearon).

Ahora quiso ser candidato de Morena a la gubernatura, pero ni un solo consejero votó por él.

No se resignará.

Tiene el espíritu del niño Benito (Juárez) en el lomo.

Apunten bien su nombre porque algún día será presidente de México, o cuando menos de Chichiquila.

Su nombre: Israel Trujillo (abogado, patriota y gran santón).

NOTIFÍQUESE, PUBLÍQUESE Y CÚMPLASE.

 

 

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