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viernes, noviembre 22, 2024

El día que Adán Augusto hizo estallar la bomba contra Ebrard

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Arturo Ávila vio que a su celular estaba entrando una llamada de Adán Augusto López y cortó su conversación con su socio ucraniano en temas de seguridad.

—¡Hermanito! —respondió.

—¡Este arroz ya se coció, hermano! ¡Ganó Claudia!

—¿Y cómo reaccionó el mamón de Ebrard?

—Mal. Muy mal. Marcelo siempre va a ser Marcelo. ¡Ya empezó a hacer su Camachazo!

—¿Qué hizo, hermanito?

—Está pidiendo todos los cargos, todos los escaños, todas las curules. (Risas). ¡Quiere ser el vicepresidente de México el hijo de la chingada! (Risas).

—¿Ya felicitaste a Claudia, bro?

—Quedó de llamarme… Justo ahora lo está haciendo, hermano. Te marco al rato.

Adán Augusto tomó la llamada de la candidata.

—¡Felicidades, hermana! Ya me dijo Andrés que estuviste con él.

—Oye, Adán, ¿qué hacemos con Marcelo? El presidente me pidió que intervengas para desactivar su berrinche.

—Está enloquecido. Quiere maicitos para sus ochenta diputados. Eso no lo podemos permitir, candidata.

—Eso fue lo que me dijo el presidente. Por eso me dijo que lo viera contigo.

—Voy a buscar a Marcelo. Yo sé cómo agarrarlo de los huevos.

Tras diez llamadas, Ebrard aceptó tomarse un café con él.

Se vieron en el Prendes de la avenida Molière, en Polanco.

Ebrard fue al grano.

—Ahórrate discursos, Adán. ¿Qué quieren tú y Claudia?

—Ah, bueno. Si quieres que sea directo te preguntaré una cosa: ¿Qué vamos a hacer con el tema del cártel inmobiliario de Santa Fe?

—Siempre supe que tú le habías pasado a Contralínea ese expediente repleto de mentiras. ¿Es todo lo que tienes contra mí?

—No, Marcelo, también tenemos ese asunto de la línea 12 del Metro.

—¿Otra vez con lo mismo? ¿Es en serio que no tienen más?

—Mira, Marcelo, yo sólo te voy a decir una cosa: no hay que ser tan pegalones porque se te seca la mano. Si estás bien con tu conciencia, entonces no te preocupes. Andrés ha sido muy tolerante contigo, pero yo no soy como él, ¿eh? No tenemos nada más que platicar. Sigue haciendo tu berrinche. Vamos a ver quién tiene más cojones.

Adán Augusto salió del Prendes muy molesto.

Iba a hablarle al presidente, pero prefirió llamarle al fiscal Gertz Manero.

—Hermano, urge vernos. Invítame un café en tu casa.

Vestido con pijama, el fiscal lo recibió.

La charla giró sobre Claudia Sheinbaum y su merecido triunfo.

Posteriormente, el exsecretario de Gobernación habló sin tapujos.

—Tienes esos dos expedientes sobre Marcelo, hermano. Es hora de convertirlos en carpetas de investigación.

—¿Ya lo autorizó el presidente, Adán?

—Andrés me dijo a través de Claudia que hiciera lo que tuviera que hacer para frenar el Camachazo de Ebrard. Se siente muy sobrado el señorito.

—Si es así, cuenta con eso. Ahorita mismo pido que se integren las carpetas. ¿Cómo para cuándo las quieres?

—,Como para ya, hermano!

El chofer llevó al tabasqueño a Palacio Nacional.

Ahí lo esperaba el presidente en su despacho.

Adán Augusto lo enteró de sus diligencias.

El presidente le pidió paciencia.

—Marcelo está ejerciendo sus quince minutos de pataleo, Adán. No le quites ese derecho. (Risas).

—Es un hijo de la chingada, Andrés. No seas tan tolerante con él.

—Hagamos algo: es tuyo en el minuto dieciséis. (Risas).

Adán Augusto se quedó de ver con Pablo Gómez en Au pied de couchon.

El titular de la Unidad de Inteligencia Financiera le dijo a botepronto:

—Como soy un experto en leer la mente, ya te la leí, Adán. Te traje este regalito.

Era una investigación financiera sobre los Ebrard: Marcelo, Fabio, las hermanas, las cuñadas, los hijos…

—¿Cuándo quieres que estalle la bomba Openhheimer?

—¡En el minuto dieciséis, hermanito!

(Tercera y última parte de un ejercicio de periodismo ficción).

 

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